En busca de los cabellos plateados

(Perdón por la demora yo tambien, estuve lejos de un computador xDD)

Nieve, hace tanto que no la veía y sentía que ya por poco la olvidaba, aunque para él los años estaban realmente confusos, no recordaba ni su edad, ¿Raro, no?... Renais… Sonaba como buen destino, más que mal no tenía la menor idea de hacia dónde había ido el hijo de la luna. ¿Le molestaría a aquel tipo viajar acompañado? Lo más probable era que así fuese, y aunque no lo fuera, no se atrevería a preguntarle. Miró al de cabellos plateados mientras este parecía algo reacio a revelar su nombre. Pero finalmente lo dijo.

-¿Specchio? Mmh… - Meditó durante unos segundos poniendo nervioso al lycan - Bello nombre. -Dijo finalmente sonriéndole.

Sintió otro dolor punzante y entrecerró sus ojos, luego respiró fuertemente para ahogar un gemido leve. No podría ahorrar camino volando o planeando, Tendría que caminar hasta Renais… ¿Cómo lo recibirían allá? ¿Lo discriminarían mucho? Ojalá que no, se respondió despreocupado.

-Bueno, no os molesto más, fue un gusto conoceros, My lord Specchio. – Hizo una reverencia y se dio media vuelta- Hasta que el destino nos reúna. – iba a emprender su marcha cuando cogió algo de su bolsillo izquierdo y se lo arrojó al Lycan para que lo agarrase. –Es un muy buen ungüento, cura heridas rápidamente.

Soltó una pequeña imitación de maullido para llamar a la gatita que apareció entre la maleza, y con una sonrisa dedicada a Specchio, comenzó a bajar las escaleras.

Que rostro más tierno lucía, el Lycan, al recibir el alago, sin querer divirtió un poco al Draconiano. Comenzó a dirigirse en dirección a la gatita y para su sorpresa Specchio le dio alcance ¡Valla que era rápido! Solo hace un momento se encontraba recibiendo el frasco. Se detuvo delante del peli-negro y lo paró en el momento.

Su rostro cambió de preocupación y alerta a simplemente sorpresa al escuchar al de cabellos platinados. ¿Por qué siempre olvidaba presentarse? Era un muy mal habito el olvidar que primero uno se presenta. No pudo evitar soltar una carcajada divertido.

-Perdonadme, my lord Specchio. Temo que casi siempre olvido presentarme. Mi nombre es Kalik Eskel Satpher, hijo de la juglaresa Rosanna y el dragón de mercurio Murtagh.- Hizo una inclinación de cabeza y con una sonrisa en su rostro, continuó. -Lamentablemente no puedo usar ese ungüento solo en mi si veo que hay alguien a quien le sirve más. ¿Cómo me explico? No es muy efectivo en híbridos de Dragón, pero estoy completamente seguro que a usted le servirá de maravilla, my lord-

El dolor de su ala era punzante pero sabía que si no se obligaba a volar, planear o simplemente extenderlas, no tardaría en curarse. Estaba en una situación realmente indefensa, sin usar sus alas, era bastante indefenso, debía evitar situaciones de riesgo pensaba algo apenado.

Normalmente Kalik podía leer cómo eran las creaturas en su interior, y por lo que leía en los ojos celestes del Lycan, no era mala persona mas algo le decía que no era el único que habitaba en ese cuerpo. Nunca fue muy curioso, y eso ya correspondía a la vida privada de Specchio y no tenía por qué inmiscuirse.

Se quedó un instante mirando al de cabellos platinados a los ojos, le daban una leve sensación de familiaridad. De pronto la pequeña gatita saltó, interrumpiendo su embelesamiento, a sus hombros mirando con desconfianza al otro hombre. No se había percatado en que momento el felino había llegado a su lado.

-Lord Specchio...-dijo de pronto, meditando mientras acariciaba a la gatita con una mano y rehuyendo la mirada del Lycan.-..Como yo no conozco muy bien el camino...¿Sería muy imprudente si os acompañamos en el viaje?-preguntó con un tono más nervioso que firme y agregó deprisa -Digo... usted está herido y el viaje es largo, podría servirle de ayuda en algo, además juro no molestaros,¿Que respondeís? ¿Puedo acompañaros a las tierras blancas?

Al escuchar que el lobo aceptaba su compañia, no pudo evitar contener su alegría, como si fuese un niño alzó a la gatita entre sus manos y gritó un "Genial". Al bajarla notó que a su acompañante parecía no agradarle mucho el pequeño animal (ni a la gata parecía agradarle el Lycan), asi que para romper el hielo que se había formado entre el canino y la felina, la presentó.

-Aún no tiene nombre, pero la llamo "gatita" o "Milady", le salvé la vida, y a cambio siempre me avisa de los peligros-Dijo sosteniendo al animal por la cintura con una mano (como una bolsa) cerca del oji-celestes, luego la dejó en el suelo y acercandosele, susurró seriamente. -En lo personal, no creo que ella sea normal-

Intentó mirar directo a los ojos del Lycan pero este rehuyó su mirada de nuevo, el joven no quizo incomodarlo asi que también miró hacia otro lado, se pasó la mano por el pelo y fue a buscar sus cosas (que aún estaban donde el las había dejado botadas para finalmente encontrarse con el Lobo) y cargandolas en el hombro del ala no herida, sacó de él una pañoleta y se cubrió el ojo derecho.

-Bueno... Yo no sé llegar a Renais, asi que... os sigo.-

De pronto sintió nuevamente ese dolor punzante y no pudo evitar recordar que el Lycan tambien estaba herido, recordó el ungüento en su cristalino frasco y mirandolo le dijo desafiante.

-Lord Specchio ¿Necesitais ayuda para poneros el ungüento?-Arqueó una ceja para enfatizar y prosiguió con un tono algo más preocupado -Sabéis que no poséis viajar del todo bien con esa herida, ¿Verdad?-

El Draconiano pensó que si le molestaba de esa forma, tal vez lograría que el Lycan usara la medicina. Asi se sentiría mejor y podrían avanzar más rápido, ya que, la herida de el mismo no era un problema para desplazarse pero la de Specchio podría afectarle de algun modo, aunque no le molestaba tener que tomar descansos más seguidos, el de cabellos platinados le agradaba. No era mala persona (aunque era raro para Kalik toparse a alguien bueno)

Specchio se quedó mirando el suelo un momento, a Kalik le llamó la atención pero no dijo nada, ¿Tal vez le dolió algo? El Lycan le preocupaba, solo le conocía hace poco pero era una muy buena criatura, tenía un gran corazón.

Frio... Tantos años sufriendo constantes experimentos... El viejo alquimista lo "congeló" tantas veces que el frio se hizo mejor para él que el calor... Sonrisas, el lobo le sonreia, no estaba muy acostumbrado a ello. La gatita lamió su rostro desbobandolo.

-Tranquilo, Milord. No tengo ningún problema con el frio- Dijo fingiendo una sonrisa, en sus pensamientos sabía muy bien que hace años que no sentía el verdadero frio, el frio con el cual el alquimista lo torturaba.

Le dió vueltas y vueltas a esa interrogante en su cabeza, si fijarse en la mirada del Lycan. Finalmente refleccionó, si tenía frio, alli vería la forma de entrar en calor, despues de todo, podía escupir fuego.

-Bien, estoy listo. ¿Comenzamos el viaje, milord?-Preguntó con un tono entre feliz y ansioso.