Sweet lovely death -Priv/ivanna- +18

Frio... Oscuro... Humedo..

El sonido del agua goteante no dejaba de hacer eco en aquella maldita celda. Aprisionado por las muñecas, se encontraba el semidemonio, no podia zafarse... Conocia bien el porque, los gruesos grilletes que le aprisionaban en la pared estaban repletos de runas sagradas, para colmo, benditos. Su devil bringger destilaba leve brillo. Sus muñecas presentaban marcas claramente visibles dejando en claro cuanto llevaba alli.

El eco de las gotas de agua no dejaba de rezonar en la estrecha celda. El olor a moho lo inundaba todo, asqueandole al mezclarse con el de orines y sangre fresca como coagulada del lugar. A lo lejos y apagado, casi en un murmullo habia podido escuchar voces y gritos doleros...
Sin agua, sin comida, se relamio los labios mientras observaba el sucio piso de la celda. Su cabello platino y lacio cubria su mirada.

Tiritaba levemente de frio... Todo parecia ser como aquella vez... Solo que sabia, que la diferencia era que seguro no le iban a perdonar, no estaba en su tierra natal, no era probable que le desterraban, alli solo era un patetico y putrido demonio. Eso es lo que mas molestaba y frustraba al oji azules, que le llamaran de esa manera... cuando el, no eligio ser lo que es.
No conocia a sus padres, pues al ser hijo de una prostituta fue abandonado en un orfelinato, abandonado a su suerte a los malos tratos y desprecios, que al crecer y con el tiempo, fueron empeorando, todo gracias a su mano demoniaca.

Cerro los ojos unos instantes, el cansancio le estaba venciendo nuevamente, no paso mucho tiempo despues para que el sonido de pasos acercandose captaran su atencion. Pasos como de... ¿Una mujer? Parecian serlo, pues los tacones y la manera de caminar hacian posible eso... Y despues, el chillido de la oxidada puerta de la celda abrirse. Escucho una voz, distante para el, el cansancio y la falta de sueño como de alimento, no ayudaban a distinguir lo que la figura decia.
Alzo la cansada mirada, para observar a aquel que se habia adentrado al lugar..

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Una fina silueta femenina cruzó el umbral de aquel calabozo. Era una mujer hermosa, despampanante y bella por donde se le mirase; alta, rubia, de pronunciadas curvas y piel blanca, su mirada era serena y compasiva, sus ojos púrpuras le miraban con ternura y calidez. Vestía los hábitos de una madre superiora, una persona inmaculada, pura y casta. Parecía un ángel.

- Ave maría purísima~ -

Susurró con ternura al verle, acercándose al joven de cabellera platinada. Su rostro era perfecto: Labios carnosos, cejas claras y delgadas, nariz ligeramente afilada, pómulos redondos y sonrosados... No podía haber una visión más acertada del paraíso, era una mujer bellísima en todo aspecto. Posó una mano sobre la frente de Nero, escociéndole la carne. Su mano era santa, inmaculada, pura. Olía a divinidad, su perfume era el de la perfección, el de la pureza; la Virgen María envidiaría su hermosura.

- Dicen a Ivana que has sido malo, da~ Que pecas de caminar en tierra de humanos, cuando no lo eres, eres bestia, eres demonio~ -

Le dijo con una sonrisa mientras se apartaba de él, y se acercaba a una pequeña mesita con diversos utensilios. Miró cada uno de ellos, preguntándose cual sería el más apropiado; todos eran para llevar a cabo una dolorosa tortura. Aquel cuarto iba a convertirse en el calvario del joven de cabellera plateada, y esa hermosa mujer de pronunciadas curvas sería su ejecutora. Por fin se decidió por uno de los objetos: Una navaja de plata, cubierta en runas y rezos de la santa iglesia. Se aproximó a Nero y le arrancó de un tirón la pobre ropa que cubría su pecho. Sin decir nada le clavó la navaja en la piel, escribiendo. Escribiendo lentamente.

- Ivana pondrá aquí lo que eres, así mundo sabrá qué eres. -

Dijo con una abismal inocencia. Cuando terminó, desde el pecho hasta el vientre de Nero se leía una sola palabra, enrojecida por la sangre que manaba de él: "MALDITO".

Una mujer de belleza increible ¿Había muerto y llego al paraiso? ... No, eso era el infierno y estaba apunto de comprobarlo. Para su mala fortuna ser un semi demonio no garantizaba algo bueno en aquel infierno terrenal con forma de sucia celda.
Le sorprendía el hecho de ver a una mujer en el lugar, siempre pensó que había puros hombres en sitios como ese, un ejemplo era su "hermano mayor": Credo. -¿Q-qué mierda?- Masculla entre dientes al sentir la mano santa sobre su rostro, se sintió fatal, como si hubiera tocado un metal bastante caliente.
Atento, con la mirada puesta en aquel divino rostro, escuchó.

Ante eso, dejó salir una risa un tanto desganada; le acusaban de lo mismo... A lo que replica -Yo no tengo la culpa de nada. Si vas a acusar a alguien que sea a la puta que me parió- Y que le había dejado abandonado. Si algo queria saber Nero, era quienes eran sus padres... Pero tan solo para reclamarles...
La mujer urgaba entre los materiales, no significaba nada bueno para el. Sabiendo esto, Nero forcejea para intentar liberearse, en vano.

La voz del demonio hizo eco en el encerrado sitio. Apretó la mirada mientras alzaba el rostro y su cuerpo se estremecía; antes en peleas pasadas le habian atravezado con su propia espada: Red Queen pero el filo de su arma, no le habia hecho sufrir como ese simple cuchillo en ese instante.

Cuando hubo terminado con su labor, la hermosa rusa miró la palabra en el torso del muchacho de cabello blanco con una sonrisa de gusto en sus labios rojos y sensuales. Cada letra de la palabra "MALDITO" escurría sangre; los cortes habían sido tan profundos como se había podido permitir, para no dañar algo vital: Iba a divertirse por bastante rato, no quería matarlo de una vez. Dejó el cuchillo, en el que la sangre titilaba de forma macabra a la luz de las velas que opacamente alumbraban el lugar; un hormigueo de emoción corrió por los nervios de la escultural mujer, preguntándose qué artefacto debería usar ahora.

- Ivana pensando... ¿Qué te dolería más? -

Inquirió dirigiendo su mirada hacia el chico; en una mano tenía un látigo de cuerdas con clavos de plata en las puntas, y en el otro una varilla de plata estriada. Le mostró ambos objetos a Nero, sonriendo con la misma calma y serenidad que antes. Era una inquisidora como ninguna, no usaba malas palabras o gritos para intimidar al pobre diablo que tuviera que torturar, no iba acompañada por juez, ni mucho menos por médico. Sabía lo que hacía, le iba a provocar un dolor y tormento insufribles, y lo iba a dejar vivo.

- Ivana gusta látigo, pero varita mágica mucho pesada, debe doler si te pego~ ¿Cual te gusta más~? -

Preguntó. Su rostro estaba iluminado por una radiante sonrisa y el rubor de sus mejillas blancas. Sus bellos ojos púrpuras se mantenían clavados en los del joven prisionero, como si pudiera mirar dentro de su mente, coronándose como la ama y señora absoluta de su miedo.

Le habia ignorado... Tipico, parar a charlar con los inquisidores no era una opcion... Nunca lo ha sido.
Su cuerpo se estremece producto de los cortes causados por la cleriga. Inclusive el leve movimiento para respirar dolia demasiado.

Entre jadeos escucha la voz femina sobre la suya, a lo cual, el semi demonio levanta pesadamente la mirada. ¡Estaba loca! y lo que mas le sorprendia al albino era la calma y quietud que mostraba ante la tortura la Rusa. Lo peor, le daba a escoger...
Su derecha, comienza a hacer fuerza intentando zafarse nuevamente, tal vez lo lograria si se concentraba y se ayudaba un poco de la energia demoniaca que en veces se manifestaba involuntariamente, pero, tanto dolor, no se lo permitio.

Ladino, sonrie levantando con pesar la mirada. -Quieres saber mi opinion ¿Ah? ...- La unica respuesta que obtuvo la joven dado a lo impulsivo del semi demonio y lo rebelde, fue un escupitajo, no fue su intencion dar en donde cayo la saliba de este... Pero la altura a la que estaba le hizo atinarle directamente al rostro de la joven. -Je- Igual, su opinion no importaba, cualquiera de los dos instrumentos que la oji purpuas usara no significaba nada bueno.

Mechones blanquineos se le adherian al rostro a causa del sudor que descendio de su sien mientras que ivanna "escribia" en su piel aquella palabra tan aborrecida por el de ojos azules. No estaba seguro si su regeneracion le ayudaria con esas heridas, nunca le habian herido con algun material bendito, era la primera vez, y seguramente... Aquellas palabras, quedarian marcadas en su torso.
De no hacerlo, igual, el recuerdo de algo como eso duraria muchisimo tiempo... quiza hasta seria imposible de borrar...

- ://D ... -

A la hermosa rusa ataviada con las ropas de madre superiora de la iglesia ortodoxa no le hizo ni la menor gracia aquel escupitajo, el cual se limpió con un blanco pañuelo que posteriormente desechó incinerándolo en una de las antorchas que alumbraban el calabozo. Dejó el látigo de colas sobre la mesa de instrumentos, sujetando la varilla estriada de plata.

- Varita mágica será, entonces~ -

Dijo, mientras se llevaba una mano al interior de uno de los bolsillos de su hábito. De él sacó una ámpula llena de un líquido transparente y fresco: Agua bendita. Abriendo el ámpula, roció el arma de tortura con ella y empezó a recitar una oración, bendiciendo aquel objeto en nombre de la Virgen María y de todos los santos. (Impositio Manus) Apenas hubo susurrado la última sílaba de la oración azotó al joven de cabellera plateada en el rostro con aquella arma, repitiendo la acción en la otra mejilla.

- Esto dolerá más ahora, da~ Pero si pides perdón y eres niño bueno, Ivana castigarte menos feo~ -

Susurró aquella hermosa mujer de cuerpo perfectamente curveado, posando sus profundos y bellos ojos en la horrorosa mano demoniaca de Nero. Aquella extremidad le parecía una fascinante abominación, sentía las enormes ansias de descarnarlo, de moler sus dedos y exprimir cada terminal nerviosa de sus músculos... Partiría por golpearle la muñeca, cosa que hizo con tanta fuerza que no parecía humana. Aquel golpe había sido tan duro, tan certero, como si aquella bella rubia fuese muchísimo más fuerte que un ser humano normal. El segundo golpe cayó sobre la unión del brazo con el hombro, y el tercero sobre el torso, latigueándole el ombligo fuertemente. Cada golpe que daba aquella varilla estriada de plata dejaba una terrible laseración que se agravaba por la bendición que había recibido el objeto. La bella madre superiora colocó la varilla en medio antebrazo.

- ¿Sabes? Varita mágica sirve para cortar también, como cuchillo cocina, da~ -

Dijo con una larga sonrisa llena de amor. Acto seguido empujó la varilla y luego tiró de ella, como si estuviese cortando con un cuchillo de cocina. En efecto, las estrías en la vara hacían el papel de un serrucho, pero al carecer de filo, el corte tomaría tiempo... Sería un proceso lento y angustiosamente doloroso.

Por lo bajo y muy apenas audible, el de hebras platinadas dejo escapar una leve risa desganada y seria, al observar como la rusa quemaba aquel trapo con el que se había limpiado. Su sonrisa burlona y cínica no busco escondite en las finas facciones el joven demonio.

La cual no duro mucho, al observar aquel liquido... Se daba una idea: Agua bendita. Paso algo de saliva al calcular la magnitud de los golpes que le esperaban. -Dolerá en la mañana...- Apretó la mirada escuchando los rezos que la oji purpuras echaba para bendecir el "arma".
Sabia recibir bien los golpes, por ende, no opuso resistencia cuando la vara le golpeó el rostro. Lo que no esperó, fue la fuerza tremenda de aquella inquisidora. Tosió un poco, con un hilo rojizo saliendo por la comisura diestra de sus labios. -¿Por qué debería pedir perdón?...- Murmura, un tanto adolorido. Estaba a punto de mencionar algo mas, pero Ivana fue mucho mas rápida -¡Aghhhh!- Un nuevo grito resonó en las cuatro paredes mohosas y frías de esa celda. Apretó la mirada y la quijada y aunque doliera, movió levemente la mano como si se cerciorara de no tenerla rota.

Ser golpeado por un objeto similar ya es algo doloroso, pero para Nero, era peor, las bendiciones y el agua bendita intensificaban el daño. En ese aspecto tenía ventaja, su Devil Bringger es bastante resistente… Aun así, no deja de ser doloroso. Con fuerza, se muerde el labio inferior al sentir el golpe sobre el hombro virando el rostro como si pretendiera aminorar con ello la dolencia.

Agradeció el hecho de no haber ingerido alimento, el último golpe le provoco querer vomitar, lo que si ocasiono fue escupir un rastro de sangre. ¡Mierda! Nunca pensó sentir algo como eso, y menos de manos de una mujer…

Pesadamente una vez más, levanta la mirada para observar a su torturadora, sus orbes azulinos se dilatan al sentir y observar lo que estaba a punto de hacer. Una sonrisa incrédula se pinto en labios del menor. –“Debe estar bromeando ¿No?”- Piensa desesperadamente. –¡Agrh!- Su cuerpo se estremece al sentir el corte parecía que su brazo diestro estaba en una fragua al rojo vivo… En si, un corte similar ya era bastante doloroso, el hecho de sentir que le quemaba completamente, era mucho peor. Con desespero intenta zafarse una vez más sin lograrlo por los benditos grilletes que le sostienen.

–¡P-para!- Sabia que apenas comenzaban, eso es lo que aterra al albino. -… T-te diré lo que quieras saber-… Ni sabía de que le acusaban, solamente quería una simple pausa siquiera para poder retorcerse por el dolor. Seria por las demás presencias demoniacas en el sitio, tal vez por el dolor, o por los artefactos benditos, su diestra comenzó a emanar un brillo azulino, iluminando un poco más la habitación.

- Aah? ¿Lo que Ivana quiere saber? -

Preguntó la bella rusa soltando la varilla, dejándola a milímetros del hueso de aquel brazo diabólico. Cruzó un brazo bajo sus grandes, redondos, suaves y opulentos pechos, llevándose la otra mano al rostro, poniendo la punta de su índice en sus labios carnosos y rojos, manchando la punta de su guante ligeramente con el carmín de su maquillaje, en una pose completamente adorable, a la vez que sugestiva y seductora.

- Pero... Ivana no quiere saber nada~ Ivana sólo haciendo su deber, sólo atormentando diablo para que diablo aprenda su lugar, da~ -

Contestó con sencillez, para luego sonreír con ternura, como una madre cuando pilla a su niño haciendo una travesura, aunque la traviesa de este episodio fuera ella. Tomó la varilla, y con fuerza le dio otro serruchazo, sintiendo el duro hueso contra la plata de aquel instrumento de tortura. Al verlo forcejear para liberarse, dejó la varilla de nuevo incrustada en el brazo de Nero, se llevó la mano a su boca, mordiendo la punta de su guante en el dedo medio, y tirando de él para removerlo de manera sugerente.

- Ne ne~ ¿Sabes qué pasa si mano de Ivana toca carne endemoniada? Ivana santa, Ivana bendita por el papa... Ivana decir que si tú siendo niño malo, Ivana castigarte, da~ -

Susurró tras quitarse el guante de la boca. De un jalón nada cuidadoso sacó la varilla, dejando un profundo surco de carne medio chamuscada por el agua bendita y sangre negruzca. Estirando su fino dedo índice, la escultural rusa deslizó su falange en medio del brazo. El escozor de ser tocado por una mano santa debería ser insoportable para él, y más dentro de una herida así, en un miembro así. Un ruido húmedo se dejaba escuchar mientras la rusa exploraba a tientas el interior de su brazo con una sonrisa de oreja a oreja. Con su mano todavía enguantada cogió de nuevo la varilla de plata, poniéndosela en la boca, de lado a lado, para que no gritase tanto... O para que sus gritos tuviesen un sonido más enfermizo, más angustioso. Eso la hacía inmensamente feliz.

Por fin, una insignificante pausa. Jadeante, suspira debido al inmenso dolor que siente, esperaba a las preguntas de la mayor, para responderle y decir cualquier cosa que ella quisiera. Aquellos gestos no pasaron desapercibidos por el de hebras platinadas... ¿Como era posible que un ser casi angelical pudiera hacerle toda aquella clase de fechorias?
Pasa algo de saliba... Preparandose en caso de alguna pregunta. Sin embargo, obtuvo algo completamente diferente.

-¿Mi lugar?-

Incredulo, repite la oracion dicha por la madre superiora... ¿Cual podria ser el lugar de ese Demonio? En parte, Nero, ya sabia cual era su papel ante la sociedad... El rechazo, las burlas, las persecuciones de los paladines... Todo eso se lo habia ganado y sin hacer nada.
Un grito mas, uno peor que antes, el corte fue mas intenso, sentia que su devil bringer se encontraba en una fragua... O en las mismas llamas del infierno. La sangre no paraba de brotar por la herida, mejor dicho, heridas, la palabra escrita por aquella cuchilla de plata aun estaban teñidas de color carmin.

¿Castigo? ¿De que habia que castigarle? ¿De haber nacido como algo que el no eligio? La que deberia estar en su lugar fue quien le pario, por haber fornicado con un demonio, pero quizas las mujer ni lo sabia, pero claro, la mejor opcion para ella fue betar a su hijo en un orfelinato, abandonarlo a su suerte.

-¿Que he hecho para que se me castigue?-

Pregunta con la mirada fija al suelo; simplemente, no le cabe la idea que todo lo hecho por Ivana, sea solamente por ser un semi demonio. A punto, estaba de preguntar algo mas, cuando siente el tiron de la vara arrancandole otro grito, fue como si lo callara con ese "simple" acto.

-"¿Sabes qué pasa si mano de Ivana toca carne endemoniada?"-

La respuesta le vino rapidamente a la mente, al recordar el simple y desgarrador toque de la mano delgada y fina sobre su frente. Apreto con fuerza la mirada y mordio aquella barra ironicamente probando con eso su propia sangre, en parte, le asqueo. Su cuerpo se estremecio fuertemente, abria y cerraba la diestra. No obstante, esta comenzo a brillar cada vez mas fuerte y aunque no queria, su cuerpo comienza a envoverse de un aura maligna su cabello comenzo a hondear levemente, su fisico se envolvio de un fuego azulino. Sobre de él, una silueta se hizo visible, envuelta en una gran armadura y sosteniendo una katana, sobre su diestra.

Una vez mas, el joven lucho por liberarse...

- Existir~ -

Contestó aquella hermosa mujer de exquisitas y angelicales facciones mientras metía más profundo sus dedos en el interior de aquella demoníaca extremidad. Estaba disfrutando realizar ese acto, sus labios rojos y sensuales sonreían con un placer y contento incomparables, como si aquella mujer estuviera presenciando un hermoso paisaje o apreciando una cálida melodía interpretada por los mejores músicos de todo el reino. Los gritos y gemidos de dolor eran su enervante sinfonía, su himno al éxtasis, su forma de demostrar el amor que rebosaba de su corazón. ¿Quién dijo que el amor se manifiesta sólo con caricias, palabras dulces y besos? A veces, el amor puede expresarse de muchas maneras, con ternura, con golpes, con acosos o insultos, incluso la muerte sabe dar un beso francés. El infinito amor de aquella mujer santa se manifestaba a través de una perversa y prolongada tortura que no cesaría hasta que su víctima enloqueciera en su agonía.

Estaba por sacar sus dedos de aquella carne maldita para proceder con su tortura cuando un peculiar fenómeno ocurrió: Un aura de intenso color azul recubrió el cuerpo de Nero, y tras él surgió la sombra de un espectro, cuya maldad se empezaba a extender por la cámara de tortura. La experiencia de la hermosa y bien formada rusa se disparó en ese momento; sabía lo que tenía que hacer, y tenía que actuar rápido o si no su presa podía escapar, y no quería eso. El día apenas empezaba y quería pasar la mañana descuartizándolo alegremente hasta enajenarlo. De su cintillo extrajo otra ampolleta de agua bendita, y para no gastar tiempo en abrirla simplemente la aplastó con un apretón de su mano. El líquido trasparente y bendecido por Dios purgó todo rastro de la sangre demoníaca que tenía en su mano; ahora podía pelear. Extendiendo esa misma mano hacia la sombra, exclamó, sorprendentemente, en un latín pulcro y sin errores, a diferencia de su pobre español.

- Lex Aeterna! -

Tras aquella exclamación, un círculo de luz rodeó a aquella sombra, a la vez que media docena de espadas se cruzaban a su alrededor, tañendo con el mismo estruendo que si fueran hechas del más puro acero. Dando un salto hacia atrás con sorpresiva agilidad para alguien de su talla, Ivana estiró su diestra hacia la sombra, causando sin querer un ligero bamboleo de sus redondos, suaves y bien formados pechos parcialmente visibles a través del escote de sus hábitos de madre superiora.

- Holy Cross!! -

Exclamó al momento que de aquella mano blanca, suave y tierna emanaba la cegadora luz de la justicia divina, atacando con un tajo vertical a la sombra para luego rematar con un corte horizontal. Fue justo tras ese disparo que la bella rubia de escultural y exquisita silueta femenina cogió de nuevo la navaja con la que había causado esa dolorosa inscripción en su abdomen, y de un brusco movimiento la clavó en el ombligo de Nero, empujándola entera entre la carne y la piel. Si aún así aquella sombra persistía en arruinar su diversión, Ivana lo calcinaría sin más y luego acudiría a otra celda a desquitarse. Después de todo, ¿quién iba a castigarla por el homicidio de un monstruo deforme que estaba en contra de la hermosa y perfecta figura humana hecha por Dios?

Atrapado, el semi demonio continuo emanando esa energia demoniaca, parecia fuego azul llamas jamas vistas.

"¿Existir?" ¿Y quien castigaba a los humanos por existir? ¿Que les daba derecho a tratar a los demas de esa manera? Nero esta conciente que los demonios no son seres benevolos y que solo pasan a perjudicar a la gente. Pero el no es asi, nacio humano... O eso es lo que a el le gusta pensar en alguna que otra loca teoria acerca de su origen.

-¡Grah!-

Aplico fuerza, tratando de zafarse, el grillete diestro se aflojo, un poco mas y era libre. Ante el grito la barra de acero cayo al piso y el ruido que produjo se mezclo con el de las flamas danzando e invadiendo el cuerpo del albino. Un poco, tan solo un intento mas, sus orbes rojizas miraron a la cleriga, lo unico que pensaba en ese momento era liberarse y salir corriendo del lugar.

-P-poder... Necesito mas poder...-

No... Eso no es lo que trama, el enojo le controlo, su sangre maligna le impulso. No puede mover la diestra debido a la tortura previa, pero al menos pensaba intentarlo.
Magia blanca y pura, fue lo que le detuvo de llevar a cabo su plan. El grito del joven sono por la habitacion. Las llamas danzaron inundando lel sitio con su azulina luz; seguramente esa celda acapararia la atencion por el destello en el siniestro lugar... en el oscuro corredor que conectaba la prision con las escaleras y mas arriba el templo...

La cruz, no sabia porque, pero algo le dijo al albino, que el golpe se habia intensificado por el ataque previo: las cuchillas sagradas hechas de energia. Su rostro desesperado y angustiado se transformo en una expresion agresiva, con lo poco que pudo movio la diestra y el espectro sobre el lo hizo al mismo tiempo, aunque con mas fluidez, estaba atrapado fisicamente, pero no en espiritu.
La silueta se preparo apretando el mango de su espada y listo para atravezarle, ataco a la Rusa pretendiendo empalarla o al menos herirle con el filo de su arma, no obstante, en el ultimo momento, cuando estuvo a punto de lograr su cometido, algo le detuvo a escasos centimetros del vientre de la madre superiora.

-¡GRYAJJJHH!-

El dolor le llevo a doblegarse, a levantar el rostro. El sudor frio no dejaba de descender de su frente haciendole que mechones plateados se le adhirieran al rostro. El fulgor tanto como la silueta desaparecieron en el aire al sentir Nero el cuchillo en su fisico. El dolor obligo al joven a flexionar las piernas para recargar los pies sobre la pared y tras el grito, su postura se relajo deslizando lentamente los pies sobre la mohosa superficie y de golpe, dejo caer el rostro.

Con las pupilas dilatadas por el dolor observo a Ivana y despues hacia el suelo, vomitando sangre. Su blanco y lacio cabello cubrieron la expresion de su rostro, lo unico que podia hacer de nuevo, era estremecerse ante el dolor y frio acero del cuchillo y las cuchillas de luz sagradas...
"Existir... Existir" La peor de las torturas sin duda es la psicologica, esa simple palabra habia bastado para hacer sentir mal al chico... Siempre perseguido por ser algo que no eligio, siempre cazado por la iglesia... Siempre siendo blanco y objetivo de miradas discriminativas... Y todo por haber nacido de una noche de morbo y placer ocasionadas por unas simples monedas.

Una morbosa sonrisa de satisfación se dibujó en el rostro angelical de la madre superiora, al ver que había conseguido doblegar a su víctima por medio de la tortura y el sadismo. Aquellos ojos vidriosos, y esa expresión de frustración, dolor y desesperanza, eran como un néctar extaciante para Ivana. Lenta, muy lentamente, extrajo el puñal bendito con el cual le había herido, conteniéndose con todas sus fuerzas de lamer la hoja y degustar la sangre del albino, inclusive de llevar su mano bajo sus hábitos y masturbarse ahí, presa de la excitación que le provocaba llevar a ese prisionero a superar todo límite de sufrimiento y agonía.

Pero sólo se mordió el labio inferior.

Y reprimió enormemente sus ansias de darse placer con aquella escena. Quizás, cuando su trabajo en las mazmorras hubiera terminado, se quitaría los hábitos y se desfogaría en su aposento, o bien, saldría a la mitad de la noche a hurtadillas, vestida como una vulgar cortesana, y buscaría a un hombre que la hiciera suya hasta el amanecer.

Se dio la media vuelta, y se acercó a la mesa donde descansaban sus siniestros instrumentos de tortura, mientras escuchaba al joven albino vomitar.

- Has sido mucho malo, da~ Si estarte tranquilo, Ivana no usaría esto~ -

Le dijo, mientras tomaba un instrumento peculiar de la mesa, y se acercaba a una de las antorchas que iluminaban el claustro de tortura. A la luz del fuego, el aparato proyectó su sombra, como un augurio del siguiente tormento que la bella rusa haría pasar al prisionero. Era un objeto de mango delgado que terminaba en una figura ovoide, con pequeñas fisuras, y una manivela que permitía al aparato abrir su interior. La pera.

- Ivana va a castigarte~ -

Pronunció de manera cantarina, dulce, armoniosa. La belleza de su voz suave y delicada se vio, por primera vez, opacada por la expresión en su rostro al volverse hacia su víctima: Sus labios carnosos y rojos se encontraban curvados en una sonrisa perversa, sus ojos púrpuras, sabios y profundos, destilaban lascivia, sadismo en su estado más puro. Y a pesar de ello, no era la cara de un demonio la que la hermosa rubia mostraba.

Era la cara de un ángel. Siempre la cara de un ángel, de un ser hermoso, perfecto, disponiéndose a castigar la impureza y a eliminar toda mancha en el lienzo perfecto del Creador.

Su cara era la de una diosa.

- No seas rebelde, o dolerá más~ No quieres que te duela, ¿da~? -

Pronunció mientras caminaba hacia el joven Nero, sujetando en una sola mano aquel aterrador instrumento de tortura. La plata de la que estaba hecha ardía al rojo vivo, inclusive humeaba un poco. Como si fuera un mazo, la rusa golpeó uno de los costados del torso desnudo de su víctima, y luego, con toda brusquedad, le hizo ponerse de espaldas, torciéndole dolorosamente las muñecas al hacerlo. Aquello era un deleite para la bella mujer; la fuerza sobrenatural de los demonios no siempre le permitía usar métodos como aquel. Nero, sin embargo, parecía estar demasiado agotado como para oponerle resistencia. Su hermosa sonrisa se iba ensanchando más y más, ni siquiera le quitó los harapos que le quedaban por ropa; la plata quemó la tela, y tocó la piel desnuda del trasero del joven albino.

- Ivana divirtiéndose mucho~ -

Susurró, empujando aquella pera hacia el interior del albino sin misericordia.

Siempre sonriendo, como un ángel.

Cada milímetro que salía de su físico de esa platinada y fina hoja arrancaba un quejido apenas audible de los labios del albino. El cual, muy apenas puede elevar la mirada para observar nuevamente a su torturadora...

Su cuerpo tirita, producto del enorme dolor que recorre su cuerpo, y un tanto por el frio de la celda. Vaho frio comienza a salir de sus labios, la cabeza le da vueltas ante la perdida del hambre y la falta de alimento.

Lo peor que pudo pasarle a Nero, fue conocer a la rubia. De su derecha, la sangre no deja de brotar, tampoco del torso completo, de aquella "marca" que Ivana le ocasiono, recordándole lo que era... Un "Maldito".

-"Ivana va a castigarte"-

¿Que lo había hecho ya? ¿Que no ha tenido suficiente ya? ¿Y el era el Demonio? Lo peor de todo es que ahora no tiene fuerzas ni para hablar, quizás esto era lo mejor. Tal vez, los verdaderos demonios, son los humanos, por llevar a cabo cosas de la índole como esas...

-"Por fin mostro su verdadera naturaleza"-

Piensa, al observar por mísero instante la sonrisa perversa de Ivana. Una vez mas los tacones de la madre superiora se escucharon en el lugar, como si aumentaran aun más la tensión ya creada previamente en el sitio. Aumentando tal vez el aura maligna de la oji-purpuras escondiéndola entre el fino andar.
Un grito más. Los prisiones de otras celdas comenzaban a pensar en que tipo de tortura seria la que se le aplica al joven de cabello blanco, y, también, que fue aquel resplandor celeste que se había apagado hacia ya unos instantes. Lo único que hizo el joven fue limitarse a apretar la mirada mientras jadeaba, sintiendo como la plata caliente hacia de las suyas quemando la carne de su costado.

Seguramente lo que Ivana pretendía era azotarlo con dicho instrumento seguidas veces. Como deseaba poder llevar la mano sana hasta el costado afectado, como deseaba poder tirarse en el suelo, hacerse un ovillo, dejar que su inhumana recuperación pudiera llevarse a cabo... Como deseaba que todo terminara.

Pero no era así. Un quejido mas salió a relucir, justo como pensaba, ahora seguro le azotaría la espalda. (Pues no había alcanzado ver con claridad de que instrumento se trataba) no obstante, grande fue su sorpresa al sentir el calor aproximarse. Recargo la frente en esa pared sucia y mohosa, como si con ello pudiera disminuir el dolor que se avecinaba.

El aparato hizo de las suyas, introduciéndose en su fisonomía al principio solo quejidos bastante lastimeros podían escucharse, y, conforme dicho aparato avanzaba iban aumentando de paso.

Aunque doliera apretaba la diestra haciéndola sangrar más, la muñeca también le dolía demasiado por haber sido golpeada con la vara bendita.

La bella rusa continuó empujando aquel terrible instrumento de tortura más y más adentro del cuerpo del semidemonio albino. Sus gritos y jadeos de agonía retumbaban en las paredes del lugar, convirtiéndose en una macabra melodía al entrar en los oídos de Ivana, la sublime, la magnífica, la pura. Sin avisar, dio un fuerte empujón a la pera, introduciéndola más. Su mano, santa, perfumada y enfundada en aquellos pulcros guantes blancos, se dirigió a la pequeña manivela que el aparato tenía por debajo del mango. Tomó la dicha manivela, y jugueteó con ella, paseando sus dedos sobre la plata de la que estaba hecha.

- Ne~ Ivana pensó en juego divertido~ mucho, mucho divertido, da~ -

Susurró, sacando lentamente la pera de su cuerpo, pero, cuando esta estaba a punto de abandonar del todo su cavidad, la rusa volvió a empujarla dentro de manera brusca y sádica. Hizo lo mismo de nuevo, una y otra vez, follándolo con aquel aparato, sintiendo la excitación crecer dentro de su vientre y su pecho al hacerlo. El aire empezaba a impregnarse por el fétido aroma de carne quemada, sangre y heces calientes. La bella mujer controló su ímpetu sexual, y siguió hablando, mientras lo violaba con aquella pera al rojo vivo, hecha al cien por ciento de plata, especial para castigar a seres como el joven de cabellos plateados.

- ¿Sabes que juguetito puede abriéndose? Da~? Ivana meterlo dentro, mucho, mucho dentro, Ivana abrirlo~ -

Comenzó a recitar la tortura que le esperaba al albino, mientras su sonrisa iba creciendo más y más.

- Cuando Ivana abrir pera, tú rezar Padre Nuestro… Jugaremos carreras, da~ Si rezas rápido y terminas, Ivana parar~ -

Sentenció, moviendo cada vez más violentamente aquel artefacto dentro de la carne del joven albino, sin ninguna piedad ni miramientos. Aquella iba a ser su diversión, un rato especial en el que llevaría a cabo una más de sus brutales torturas, sólo porque podía hacerlo, y le encantaba hacerlo. Debajo de sus hábitos, podía sentir el calor de su fogosa entrepierna, deseando complacerse tambíen; aún no era el momento, debía tolerar un poco más sus ansias, aunque cada vez era más difícil. El tormento que estaba dándole a aquel prisionero era lo que le excitaba a ese punto. Ver el rostro torcido por el dolor de una persona provocaba algo imparable dentro de sí.

Tomó el mango de la pera con ambas manos, y la clavó lo más profundo que esta pudiera llegar, como si fuera un lanzaso. Bajó lentamente su mano hacia la manivela; sus ojos profundos y de un hermoso color púrpura seguían el camino de un hilo de sangre que le escurría del trasero a su víctima.

- Ivana lista~ -

Fue lo único que dijo al tomar la manivela, empezando a girarla lentamente. El chirrido del metal separándose fue ahogado por la carne del prisionero. Las paredes de ese horrible artefacto, dentro de su ser, empezaron a expandirse. Y la instrucción de la madre superiora había sido más que clara.

- Reza Padre Nuestro o Ivana no para~ -

Lo único que puede el joven hacer ante semejante tortura es recargar la mejilla en la fría y mohosa pared de la celda. El albino deja escapar otro grito al sentir más el instrumento dentro de él.
¿Escucho bien? ¿Juego? Sudor frio desciende por su frente causando que su cabello se adhiera a su rostro y no se percato en qué momento comenzó a llorar por el dolor ocasionado.

Al fin, la rusa parece darle un descanso. Error, un grito mas audible es lo que sale de sus labios al sentir el objeto adentrarse de manera violenta de nuevo en su ser. Siente unas ganas enormes de vomitar, pero se contiene, a saber, tal vez, Ivana le haría tragarse lo que estomago expulsaría.
Aprieta la mirada, su cuerpo tiembla debido al frio y la tortura aplicada y las hechas previamente.

Abrirlo.... La sola idea le aterra. Jadeos lastimeros es lo único que se escucha de boca del de ojos azules. Le mira de manera pesada y lenta sobre el hombro. ¿Rezar? Un demonio rezando, ¿No es eso blasfemia? Esa tortura ya no solo era física, sino también psicológica. LA segunda opción es mucho peor que la primera.

No quedaba otra alternativa, en su mente solo una palabra era pronunciada "Para" sabe que no será posible a menos que el mismo haga algo. Las "ordenes" eran claras, el dolor será peor si no intenta siquiera hacerlo. Su mente viaja hasta un recuerdo del pasado, un tanto difuso... Ante la apertura del maldito aparato su cuerpo se sacude violentamente.

-¡Grahjj! ah... p-Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado se... Sea...-

Se detiene un significante momento, solo para tomar aire. La garganta le arde producto de gritar repetidas veces.

-... Tu nombre... venga a nosotros tu reino... hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.-

Mira su diestra, como si temiera que algo malo pasara, que arruinara todo. Por suerte, o al menos de momento, su devil bringer, se encontraba "apagado" jamás le ha visto de esa manera.

-N-no nos dejes caer en la tentación... y líbranos del mal...-

Una ancha sonrisa de satisfacción se dibujó en las hermosas y delicadas facciones de la bella madre superiora mientras escuchaba la voz jadeante y cortada por el dolor del joven de cabellos plateados, de su víctima. Conforme él rezaba, Ivana lo hacía también, en su pulcro idioma natal, el ruso; rezaba en un suave murmullo, como una canción de cuna enternecedora y llena de amor, mientras su mano derecha daba vuelta tras vuelta a la manivela de la pera, el aparato de tortura con el que atormentaba a su prisionero ahora. Estaba a unas cuantas vueltas de abrirla en su totalidad cuando el demonio llegó al final del rezo; el gimoteo de dolor que salió de los labios del albino fue bello, dulce y gratificante para la hermosa y santa madre superiora. Ivana soltó el instrumento, dejándolo todavía en el interior del muchacho, y acercó lentamente su mano hasta su cabeza.

Y le dio una palmada.

Una simple palmada.

- Buen niño~ -

Dijo. Su mano bajó hasta el mango de plata de aquel instrumento, tomándolo de manera graciosa y delicada. Sonrió.

- Pera mucho incomodándote, ¿da~? –

Un leve tirón en el instrumento fue la única advertencia que dio al albino de lo siguiente que pensaba hacerle para torturarle, para masacrar su cuerpo y pisotear su esencia y su espíritu. Susurró una corta oración, mientras su sonrisa se torcía a la luz del fuego que crepitaba en el fogón y las antorchas del oscuro calabozo que la bella madre superiora había convertido en el patio de juegos de un ser divino e inmisericorde.

- Ivana va a sacarla~ -

El segundo tirón que dio al aparato de tortura fue brusco, impetuoso y fuerte. De un solo golpe sacó la pera abierta, manchada de sangre y heces del albino. Sus ojos profundos y púrpuras miraron el ajugero sangrante y sucio que era su ano ahora, con cuatro surcos hechos por el desgarre que las hojas abiertas de la pera habían provocado. Dejó caer el instrumento al suelo; la plata de la que estaba hecha tintineó y retumbó en las paredes de la mazmorra.

Y la madre superiora sólo sonreía, mientras pasaba sus ojos púrpuras hacia la mesa donde tenía sus diversos instrumentos, preguntándose cual de ellos sería el siguiente que usaría en el joven albino. Una idea siniestra empezaba a gestarse en la mente de la rusa, y decidió ponerla en marcha, mientras observaba atentamente los instrumentos, fingiendo estar profundamente sumida en sus pensamientos.

Iba a dejar que el silencio le reventara uno a uno los sentidos ahora.