Secreto -Lazo Blanco- (LIBRE) +18

Inspiracion divina:

Deseaba dormir mas que nada del mundo y aun en ese momento intentaba conciliar el sueño como fuera. Descansar en el hogar de la lujuria resultaba ser un imposible para quienes allí habitaban. Estaba parada en medio de su habitación sin ropa alguna que le cubriera mas allá de su largo cabello que colgaba por detrás, sus manos prisioneras aferradas con fuerza a una cadena en el techo manteniéndolas en alto, haciéndole doler un poco las extremidades por la extraña posición. Sus ojos vendados otorgándole una bendita oscuridad, mientras su boca estaba obstaculizada para evitar que gritara o hablara dejando escapar solo extraños sonidos.

Acariciaban su cuerpo con perversion, tocaban su cabello con lasividad, jugaban con su cuerpo como mas les gustaba, era su juguete, ellos sus clientes y debía complacerles, le deseaban sumisa y complaciente, sedientos del sabor de la lujuria besaban sus pechos mordisqueandoselos para poder escuchar los quejidos de aquella dulce voz.

Tres cuerpos gastados y rugosos lamían el sudor de su piel, tiraban de su cabello y poseían su cuerpo sin cansancio, hubiera deseado que también le cubrieran los oídos para no tener que escuchar su gastado aliento contra su cuello y las conversaciones insulsas y sin sentido que llevaban entre ellos. Se trataba de hombres importantes puestos en la ciudad aunque desconocía cuales, rara vez salia de las paredes del burdel.

Sus piernas temblaban de cansancio, parecía no poder mas y solo deseaba que terminaran pronto a lo que habían venido, si tuviera al menos un segundo de paz purificaría su cuerpo con cristalina agua tratando de limpiar incluso su alma con las marcas que le dejaban día a día aunque fuese imposible. E iría a dormir, a soñar que se encontraba lejos de aquel lugar aunque ya apenas pudiera recordar como era vivir lejos sin amos y damas a quienes complacer. Pero la realidad es otra y muy diferente a lo que desearíamos.

Su cuerpo estaba agotado, ya tan solo colgaba dejando todo el peso de su ser a los brazos que sostenian las cadenas, doliendole las muñecas aprisionadas, sabia que en cuanto los hombres acabaran su turno la liberarían para que pudiera asearse y prepararse para los próximo clientes. Si pudiera al menos comprarse dos horas a si misma para poder acostarse en el lecho y dormir complacientemente y soñar en un lugar muy lejos de allí.

No faltaba mucho para que aquel turno terminara cuando escucho unos ruidos fuera de lo normal, la puerta de madera crujió fuertemente hasta colapsar y derribarse, los gruñidos de un canino furioso se sentían, quizás un perro callejero asustado o alguna de las chicas del lugar había echo enfadar a uno de los clientes licanes. Los tres hombres se alejaron rápidamente de la joven elfa, aterrorizados suplicando por sus vidas, estaban esperando que el animal se acercara curioso a la chica para poder salir corriendo por la puerta sin importar que estuviesen o no vestidos.

En el pasillo ya se estaban acumulando los curiosos, podía escuchar la respiracion asustada de las jóvenes del burdel y la expectación de los clientes que miraban todo como si fuera un espectáculo y Asia terminaria siendo lo quisiera o no, si el animal le atacase sus gritos de dolor se oirían como gemidos que complacerian a los morbosos mientras que sus lágrimas serian absorbidas por el paño que cubría sus ojos. Y si a los clientes le agradaba aquella vista quizás terminaria volviéndose un show de rutina. Pero que podía hacer ella? no era mas que un objeto del decorado, le habían quitado el deseo de vivir y la esperanza de morir, pero al menos no podían arrebatarle el dolor y eso quizás era lo único que la diferenciaba de los muebles de su habitación.

"Ven y has lo que debas hacer" pensó con tristeza, levantando el rostro como si pudiera estar cara a cara con el lobo, estaba lista para sentir como sus dientes desgarraban su carne, sin duda se entretendría bastante con los aromas mezclados en su cuerpo, con el sutil brillo de sudor en su blanca piel, pues atada como estaba resultaba una presa fácil que no podía defenderse y nadie de allí siquiera intentaría hacerlo.

Asquerosos humanos...

La segunda vez que pensaba eso. La primera habia sido hacia ya muchos años, para ser precisos, ese dia, en el pueblo, esperando su muerte. Odio a los humanos, seres putridos quienes disfrutan viendo el sufrimiento ajeno o peor, usando a otros como meras herramientas, desechandoles cuando ya no les son de utilidad. Gruño una vez mas, dejando ver aun mas los fieros canidos que poseia, ese lobo no era normal, era mas grande y fuerte que un lycan comun. Sus orejas se movieron entorno al ruido, aunque no despego la mirada de aquel morboso trio.

¿La gente se habia reunido a observar el espectaculo? Suficiente... Su unico ojo se poso sobre la chica, denotando una sola cosa aun pese la venda que cubria su rostro: Tristeza.

La chica era hermosa, tipico de la raza a la que pertenecia o quiza sobre pasaba los estandares normales... Pero no era Luned... Fue un imbecil al pensar que seria semejante a la persona que habia amado alguna vez, se habia dejado cegar por la ira, como cualquier lycan debil o uno de esos que no son sangre pura, y son malditos por la transformacion lupina. Cualquiera que ahora fuese el caso, no habia marcha atras.Lenta y pesadamente dio unos cuantos pasos, rodeando el sitio, siempre al asecho. Su mirar se dirige nuevamente sobre aquellos quienes habian poseido a la elfa.

-No dire esto una segunda vez, asi que mas vale que hagan caso- Menciona con voz gruesa y funebre, algo dificil de entender, pues en ese estado no es muy facil hablar que digamos, y solo unos cuantos pueden hacerlo -Largo de aqui, y tambien los fisgones.- Con el pelaje completamente erizado es como voltea bruscamente mirando hacia la puerta. Dejo escapar un gruñido mas feroz ante aquello, haciendo saber a los curiosos que eso no era un juego, que no era un espectaculo, era algo serio, o al menos para el. En ese momento, lo ultimo que realmente penso, fue en herir a la elfa...

-Bien, ¿Que esperan? la paciencia es poca en los de mi raza, asi que ¡Apuren!- Se dirige nuevamente a la tercia, la diferencia es que flexiono levemente las patas delanteras, arqueando la cintura, dando a entender que se lanzaria al ataque si no obedecian las ordenes dadas por el albino rapidamente.

-No te preocupes, todo estará bien- Menciona en lo que parecieron ligeros gruñidos, no obstante era quenya, el lenguaje elfico, un tanto mal pronunciado debía de admitir, mas aquello, no lo había menciondo en la lengua comun del sitio, pues no quería que nadie, se enterase de las palabras que le dedicaba a la de cabellos aqua marina. En cuanto les dejasen solos (si es que era posible) le bajaría de ahí… Tal vez la libertad que tanto deseaba la joven, finalmente había llegado.

Como corderos asustados por el lobo, los tres cerdos salieron corriendo despavoridos, temblando sus flácidos cuerpos sin importarle que tan ridulo se vieran, tres respetados hombres entrados en edad, completamente desnudos y aterrados como niños, mas de uno tuvo que contener la risa.

Los gruñidos del lobo formaban palabras toscas pero que fácilmente eran entendibles para todos, quizás el echo de que la gigante y aterradora criatura les hablase les hacia sentir aun mas temor por ella. Las chicas del burdel fueron las primeras en obedecer, aunque muchas tuvieron que persuadir a sus acompañantes de que las acompañaran, los hombres a pesar de todo querían estar pendientes del show.

Poco a poco la gente va cediendo a las amenazas de la bestia la gente se va marchando, incluso el dueño y los guardias que se repartieron por todas las salidas para evitar un posible escape, ok, nadie le cobraría a aquel animal, pero ya la niña deberá pagar por el, no valla ser que aquello se vuelva costumbre si es que no podía sacarle provecho alguno.

El lobo se acerco discreto a ella, podía sentir la calidad de su pelaje al acercarse, y gruño de forma suave mientras seguía atento a la retirada de los fisgones y curiosos, pero Hilien no podía entender o saber que estaba hablándole en su idioma natal, demasiado pequeña la habían separado de los suyos, y el tiempo que estuvo con los elfos de su clan se lo pasaba reposada en cama enferma y débil, 150 años sin hablar ni recordar aquel lenguaje que debería estar grabado en su esencia.

No quedaba nadie, ahora cada uno había regresado a ocuparse de lo suyo, dejando a la elfa y al lobo solos en la habitación aun con la puerta derrumbada que dejaba ver el pasillo, solo podía escucharse sus respiraciones, nadie se atrevía atravesar el pasillo y los cuartos estaban bien listos para que los sonidos indiscretos no se filtraran de un lugar a otro.

Que haría con ella? esa era la intriga de la joven, aunque ya había aprendido a no resistirse a nada de lo que sucediera a menos que fuesen ordenes expresas, para bien o para mal, la obediencia era algo que había tenido que aprender a la fuerza fuera quien fuera aquel quien se dirigía a ella. Resignada permanecía allí colgada, le dolían los músculos de los brazos debido a soportar todo su peso y las muñecas por el ajuste de las cadenas pero no sabia como acomodarse para que fuese mas leve.

Silencio y tranquilidad, solo podía sentir la compañía del lobo a su alrededor ignorando que en aquel momento se transformaba en humanoide. La respiración se acerco a ella, mas controlada y menos bestial que hace unos momentos, una cálida y suave mano acaricio su mejilla con ternura antes de quitarle la venda de los ojos y el amarre de la boca. Próxima a ella se encontraba un hombre de piel clara como la luna, cabello blanco nieve y con un ojo oculto tras un parche que le sonreía suavemente para tranquilizarle, sosteniéndole contra el para poder soltarle de las cadenas.

En brazos de el no parecía mas que una frágil muñeca de mirada triste y melancólica, con cuidado se dejo acomodar en la cama, sentada en el borde, dejando que su largo cabello le cubriera sutilmente, pegándose a su piel aun húmeda, con la mirada baja evitando ver los ojos del albino como si no fuera digna de ello. La ternura y la delicadeza con que le trataba el extraño no llegaban hacia ella, ya demasiadas personas le habían acariciado así diciendo amarle, prometiendole la libertad, demasiados príncipes azules habían llegado con aquella sonrisa dulce jurándole que entregarían su vida por ella, y a pesar de tantas promesas la elfa seguía allí ya renunciando a esperanza alguna.

A la pregunta del hombre asiente suavemente con la cabeza con una sonrisa leve sin significado alguno, no tenia sentido que un cliente se preocupara por el bienestar de un mueble como ella, acariciaba sus doloridas muñecas sobre su regazo con movimientos suaves, en su blanca piel había marcas violetas donde la cadena se habían sujetado con fuerza para que sostenieran el peso de todo su cuerpo.

-Lamento que no me haya encontrado presentable- dice con una voz clara, melodiosa y bella como si cada palabra pudiera volverse una melodía pero carecían de sentimiento alguno, eran palabras vacías de un alma rota que había sido domada hacia demasiado tiempo.

-Disculpe si le ofendí...- pronuncia es voz baja, presionandose las muñecas llenas de moretones para que le dolieran como un pequeño castigo, notaba el cambio de actitud del hombre y no lo entendía.

-Porque ha venido aquí? no es un buen lugar si no viene por los servicios- levantando un poco la mirada para solo observar la puerta abierta, quien sabe cuantos estarian escuchando, las paredes del birdel tenia oidos propios y eran bastante eficientes, no se podia hablar con libertad y con el tiempo uno renunciaba a hablar con sinceridad.

Levanto las piernas del suelo y las llevo hasta su torso, tomando una de las sabanas blancas cubriéndose completamente con ella, dejando ver su rostro y algunos mechones de cabello, se sentía sucia y despreciable, los fluidos propios y el de sus recientes clientes manchaban su cuerpo e impregnaban su piel con aquel aroma que consideraba desagradable.

-Lo siento...- levantando despacio la mano para tomarle de la ropa del brazo sin tocarle demasiado y agachando nuevamente la cabeza, sumisa -sera mejor que no se marche pronto...no les agrada que espanten a los clientes... debió atacarme a mi, eso les hubiera entretenido y ahorrado problemas...- hablando al suelo en voz baja, no importaba que un mueble se rompiera mientras los clientes estuvieran bien, no importa que ella sufriera, se curaría pronto como si no hubiera pasado nada y los espectadores estarían mas entretenidos, esa era su verdad, ella no importaba en lo absoluto, entonces porque el hombre la defendio solo a ella? si habia tantas otras chicas alli que tambien necesitaban ser rescatadas y aun tenian muchas mas esperanzas.