Como lo que siempre soné [Priv. Nero].

Corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, incluso parecía correr a mayor velocidad de lo que su cuerpo podía soportar. Y eso no le importaba, no le importaba nada más que huir de aquella cabaña que tantos recuerdos le traía, de esa casa donde había recolectado los mejores recuerdos —sino es que los únicos—, quería alejarse y olvidar ese lugar y a esa mujer que hacía tanto que había fallecido, pero que ella recordaba con tanta claridad que casi podía tocarla. Lo único que quería era comenzar de cero, tal como lo había hecho la última vez.

Cerró los ojos con fuerza, derramando lágrimas en el proceso, y siguió corriendo hacia el frente, tropezando —y algunas veces hasta cayendo de bruces—, ganándose raspones, cortadas y uno que otro susto por parte de los animalillos.

Y cuando por fin se decidió a descansar, se quedó maravillada ante el panorama; abrió los ojos como platos ante el brillante futuro que tenía en frente, hablando literalmente. Hasta las piernas le vencieron, dejándose caer sobre un césped bañado en brillantina. Era hermoso. Todo estaba hecho de cristal. Todo aquello que el astro rey alcanzaba se enlobreguecía; todo se llenaba de luces multicolores. Y al final del sendero donde ella se encontraba, una ciudad igualmente brillante se alzaba, haciendo que hasta las esmeraldas de la rubia resplandecieran ante la nueva esperanza.

—El lugar es… perfecto. —Embozó una amplia sonrisa. Inhaló la suave brisa que la acariciaba. Se percató del salino aroma, y rió bajo al imaginarse en una playa.

De pronto, otra brisa hizo acto de presencia, pero ésta era demasiado intensa, incluso parecía atacarla. En un hábil movimiento —más hábil de lo que regularmente era—, sacó su pequeña arma y dio salto para encarar lo que sea que tuviese las intensiones de hacerle daño. Pero no había nadie… y, de hecho, ¿dónde estaba la gente?

Un escalofrío la recorrió completamente al escuchar un ruido cerca. 'Sólo puede pasarme lo que me merezca' fue lo único que atinó a pensar.

Siendo lanzado desde una buena distancia, el cuerpo del chico cayo cerca de la joven rubia. Con semblante bastante molesto se levanto de un salto, ignorando de momento a la oji verde (Pero eso no quiere decir que no se haya percatado de su presencia) en la siniestra sostenia una ballesta -¿Quieres un pedazo de mi, bestia de mierda?- Apunto el arma en dirección de la cual había sido lanzado.

Las flechas rasgaron el aire, volando estas al jalar el albino del gatillo. Los proyectiles fueron dirigidos hacia una bestia con apariencia de reptil gris que se dirigía hacia el semi-demonio con las fauces abiertas. Por dicha acción, el enemigo se enfureció, saltando y cayendo sobre el chico de gabardina azul, derribándole al instante. Nero cometió el grave error de soltar su arma. -Hijo de...- no fue capaz de terminar su oración pues para evitar una buena mordida en el rostro tuvo que escudarse con su mano demoníaca. Mejor dicho, el antebrazo, aunque odiaba su literalmente maldita extremidad, servia para cosas como aquella (aunque el dolor nadie se lo quitaba obviamente)

La libre, trataba desesperadamente de alcanzar la ballesta que soltó cuando la animalia le hizo caer bruscamente al suelo, el peso de la bestia tampoco le permitía maniobrar o moverse mucho, defenderse era lo único que el de hebras blanquinas, podia hacer en su momento.