Se buska -Libre-

A lo lejos, la pareja estaba abrazándose el uno al otro. El la ceñía de la cintura, con un gesto pícaro y extrañamente cariñoso, y ella, con los ojos cerrados, recargaba su cabeza de cabellos turquezas arreglado en dos coletas. La piel cadavérica de ambos era lo que hacía sentir que eran una mancha impura entre la belleza del jardín, como una rosa negra entre un millar de rosas rojas y fragantes.

-Nos observan...- Dijo la chica, con un hilo de voz suave y tierna. Abrió uno de sus ojos, de un extraño pero intenso color verdoso, y se fijó en Sol, a la distancia, sobre aquel árbol.

-Así es, mi amor- Contestó el, con un susurro y un beso en su cuello blanco como el mármol. -Seamos amables y saludemos, ¿Te parece?-

Arleen no dijo nada, solo se ciñó al brazo del Hechicero y caminó a su lado hacia el renegado. Sirius venía sonriendo, con su ojo rojizo como la sangre totalmente fijo en Sol.

-Vaya, vaya~-

Dijo, mirando a Sol desde abajo del árbol, con Arleen ceñida a su cuerpo en un abrazo. Su mano izquierda, enfundada en un guante de blancura impecable, en contraste con su diestra, vendada de manera casi descuidada, la tomaba por la cintura, casi bajando hacia las caderas redondas y contorneadas de Arleen. Era bonita, muy bonita; Demasiado bonita para ser un cadáver.

-¿Qué hace un hombre tan apuesto como tu trepado allá arriba?- Preguntó, con una sonrisa sugerente en sus labios, y su ojo rojizo entrecerrado.

-Hombre Lobo... - Dijo quedamente Arleen, acurrucando su cabeza en el pecho del Hechicero.

-No lo había notado, amor mío... Gracias por aclararlo.- Tosió levemente, de manera "educada", casi burlona, y volvió la mirada hacia arriba.- ¿Qué hace un hombre lobo tan apuesto como tu trepado allá arriba?-

La palabra "Lobo" era la única diferencia con unos momentos atrás. Su tono de voz, su sonrisa, su mirada; Parecía un macabro Deja Vu.

-En otras palabras- Dijo el hechicero, ladeando la cabeza de forma lánguida y seductora- Nada de provecho ni de maldad. Eso me agrada.-

Su sonrisa se alargaba más mientras lo miraba, sus ojos rojizos lo escudriñaban de pies a cabeza. "Eres una genio, Arleen... Yo no me hubiera percatado de que era un Hombre Lobo." Dejó salir una risita y acomodó su cabello lacio y negro como el carbón.

-Perdona mis malos modales... Mi nombre es Sirius Feilikz Weil.-

Hizo una reverencia hacia aquel hombre vestido de rojo, y pareció susurrar algo, pero de su boca no salió ningún sonido; solo movió sus labios. Arleen asintió lentamente y también hizo una reverencia, inclinándose y tomando su vestido con la punta de sus dedos finos y pálidos.

-Ella es Arleen, mi querida acompañante. Y tu... ¿Quién eres?-

Y su ojo rojizo seguía escudriñándolo. "Eres una genio... una verdadera genio... ", pensaba para si.

-¿Sol Badguy?-
-Mi amor...-
-Sol Badguy...-
-...Si-
-El famoso Sol Badguy-

El Hechicero esbozó una sonrisa, mirando al bandido recostado sobre la copa de aquel árbol.

-Debe ser nuestro día de suerte, cariño- Y acarició el cabello de Arleen antes de besarla en la frente- Nos hemos topado con una gran celebridad.-

Los ojos rojizos del Hechicero se posaron en la figura atlética y musculosa de Badguy, quien seguía languidamente recostado en aquel árbol, con los ojos clavados en Arleen. La chica se abrazó a Sirius, y este le ofreció una gran sonrisa a Sol.

-Veo que le tienes cierta... fascinación a mi querida Arleen.-

El Hechicero sonrió y miró a Badguy con interés y agrado.

-Me agrada tu honestidad... No me gusta que miren feo a mi linda Arleen sin un buen motivo.-

La chica hizo una reverencia ante el bandido, tomando con las puntas de los dedos su vestido, de manera cortés y educada.

-Arleen es mi creación más perfecta hasta ahora... Tendrías razón al decir que no expide aroma, si no fuera porque ella tiene el más delicioso de todos... El del perfecto silencio y la pureza de la eternidad.-

Arleen se abrazó a Sirius, recargando su cabeza en el pecho del Hechicero.

-Ella es un cadáver... el cadáver del que me enamoré, y que yo mismo traje de vuelta al mundo. No es una simple marioneta, como quizás te imaginas. Ella tiene mente y corazón, podría actuar por su cuenta si quisiera... Pero es que nos encanta estar juntos.-

Una macabra sonrisa se dibujó en los rostros de los dos. Verlos juntos de esa manera provocaba una extraña sensación, como si la misma realidad estuviera torcida bajo los designios del Hechicero; El mundo se había vuelto su juego, y el ponía las reglas.

-Ahora dime, Sol Badguy... - Le dijo, mirándolo de reojo mientras acariciaba seductoramente el mentón de Arleen.- ¿Conoces la Leyenda del Hijo de la Luna?-

-¿Sabes? El mundo está lleno de maldad... -Y el era un gran ejemplo, con su larga sonrisa y su cuerpo cadavérico. Arleen se apegó a el y habló con voz suave y armoniosa.

-El mundo... Es una locura-
-Y por eso buscamos al Hijo de la Luna, para traer equilibrio al mundo...- Concluyó el hechicero con una gran sonrisa.

-Pero... Simplemente hemos comprobado que es una tarea bastante... ¿Cómo decirlo? Agotadora. Por eso queremos proponerte algo, Sol Badguy.-
-Únete...-
-Únete a nosotros.-

Y ambos, de extraña manera, se inclinaron frente a el en una breve reverencia, esbozando gentiles y macabras sonrisas.