Límite. -Privado: Galen, GNM.-

Hacía un calor tremendo en ese lugar. Cada brisa se convertía en algo parecido al soplo del mismo diablo, ardiente y abrasivo. En medio del cráter, entre el magma y las rocas fundidas se encontraba ese castillo antiguo y derrumbado; nada podría vivir ahí, en esa caldera. Nada humano, al menos. La joven descendió a la entrada de aquel castillo, guarecido por una puerta de roca sólida. Gruñó ante el obstáculo, pero trató de mantenerse serena; nada ganaría con destrozar el lugar.

-¡HOLA!- Gritó con todas sus fuerzas hacia el castillo. No preguntó si había alguien, sólo sabía que ahí había alguien, podía sentirlo: una presencia mágica y fuerte, no era un humano pero tampoco una bestia, sino algo en medio de los dos; Rossy jamás había sentido una presencia similar. Debía ser un sujeto bastante extraño.

-¡HOLA!- Gritó de nuevo, empezando a impacientarse y mirando la enorme tabla de roca que guarecía la entrada al castillo. Esa presencia mágica tan potente seguía ahí, sin moverse. Quizás estaría dormido, o quizás la estaba ignorando. ¿Quién sabe?

-¡SE QUE ESTAS AHI, ABRE!- Exigió, enfadándose por la espera y el desesperantte calor que hacía en el interior del cráter. En su forma normal se habría desmayado, pero el poder que irradiaba su transformación la ayudaba a mantenerse estable. En realidad, no, el enojo no era para nada por el calor: Era por la razón a la que había acudido a buscar a ese sujeto. Por más que lo intentara, no dejaba de depender de su transformación para luchar. Así, ¿Cuando iba a volverse más fuerte? Si cada vez que se transformaba, su nivel de pelea se incrementaba tanto que era practicamente invulnerable. ¿Cómo iba a volverse más poderosa si era tan dependiente de esa maldita transformación que la volvía una bestia agresiva y sanguinaria? Era tan indignante que incluso le parecía repulsivo.

"Se supone que ese individuo es un erudito de la magia, la ciencia y la alquimia. Alguien cómo el debería ser capaz de crear un artefacto que limite mi poder... ¡Debe ser capaz!"

-¡ABRE, MALDITA SEA!- Vociferó, aglomerando energía en su mano lista para volver añicos el enorme portal de granito y entrar a buscarlo por la fuerza. Sin su transformación, habría esperado pacientemente a que le abrieran aunque se asara en esa caldera de magma... Pero ahora necesitaba ser la Legendaria Súper Saiyajin. Y esa necesidad tenía que irse.

todo estaba preparado, no faltaba nada; en la pequeña maleta se encontraba todo tipo de artilugios, desde los pequeños y delicados tubos de ensaye, casa de campaña, un sillón para descansar bajo la sombra de un arbol y sobre todo el pedestál para colocar las partituras por si se requería algo para distraerse. Todo cabe en las famosas bolsas de mago... después de rectificar algo faltaba; el violín.

tras caminar un par de minutos por los intrincados tuneles, una voz debilitada por los muros y pilares se escuchó un: "abre maldita sea", con lo que la impuantualidad le molestaba, y peor aún las visitas inesperadas (y no es que recibiera muchas).

un chasquido resonó por la habitación y las puertas se abrieron dejando entrar la luz por el umbrál y dibujando una silueta, una energía podía sentirse, era un completo extraño, podía sentir la agresividad como los animales pueden hacerlo

"vaya forma de presentarse, y lo peor de forma tan imprevista y lo que es aún peor que peor, estaba a punto de irme. ¿se podría saber que es lo que deseas?"

hacía mucho tiempo que no regresaba de sus incansables viajes y ahora apunto de partír nuevamente era interrumpido de forma un tanto abrupta.

La saiyajin sonrió al ver cómo la enorme pared de granito se abría para dar paso al eminente dueño del castillo. Rossy miró con atención al extraño sujeto que había aparecido ante ella: Era alto, de cabello castaño con una trenza y ojos anaranjados, vestido en una larga túnica. En ese momento, su vista se dirigió brevemente a otra presencia en el lugar. Se trataba de una mujer de larga cabellera negra y ojos amarillos que brillaban como los de un depredador al acecho.

-¿Así que tu eres el alquimista erudito que vive en el castillo de magma?- Preguntó, disipando la esfera de energía de su mano y cruzando los brazos. Estiró un poco su cuello ladeando la cabeza y afilando la mirada, con sus ojos turquezas fijos de nuevo en el draconiano. -Sinceramente, te imaginaba más viejo, pero eso es lo de menos.- Añadió con un leve dejo de insolencia juvenil.

"Esa chica y este individuo... Su poder de pelea es inferior al mio, pero son magos... Al menos el hermitaño lo es, la otra... Será mejor no bajar la guardia."

-Mi nombre es Rossy, y vine aquí porque quiero... - Pero se calló y negó con la cabeza. -No, no quiero... Necesito de tu ayuda. Verás, necesito ponerle más rigor a mi entrenamiento, pero dependo demasiado de esta transformación. Eres un erudito de la alquimia y la física, ¿No es verdad? A mi también me gustaría estudiar y aprender las ciencias, pero tengo que hacerme más fuerte.-

La chica se puso las manos en la cintura, inclinándose un poco hacia el dragón y guiñándole un ojo.

-Considéralo un favor para una Guardiana del Sol.- Y, separando sus manos, comenzó a incrementar rapidamente su energía, haciendo temblar el cráter. El magma borboteaba incrementando su calor e intensidad, incluso levantándose en pequeñas erupciones; algunos trozos de roca caliza se desprendieron, incinerándose en ese caldo hirviente de fuego. La joven suspiró serenando su energía, dejando el cráter en la misma calma hirviente de antes.

-Y eso fue por si tu y tu amiga dudan de mi identidad como Guardiana. Lamento ser tan descortés, pero es mi naturaleza, y espero que pueda ayudarme con ese favor, señor erudito.- Le dijo sonriendo y sentándose en medio del aire con las piernas cruzadas, levitando sobre el piso de escasa roca sólida que había fuera del castillo de magma.

-por supuesto hablas con con un mago y alquimista, aunque debería de agradecer el alago de erudito no lo haré, no es suficiete el conociemiento que tengo- los ojos del dragon una vez que se había posado sobre la niña no los quitó ni por un instante.

-si lo que estás buscando es entrenamiento has venido al lugar equivocado, aquí solo hay asufre, magma y mucho calor- el draconiano avanzó con el paso lento caracteristico de el, apoyando el bastón en el ardiente suelo; al avanzar unos pasos mas se acomoda los anteojos y examina a la visita.

-huummm, guardiana de la luz dices, vaya vaya, uno nunca sabe cuando las sorpresas pueden... l i t e r a l m e n t e, tocar a la puerta- un relampago (metaforicamente hablando) iluminó los ojos de galen atravez de sus gafas.

-para serte honesto no me importa ni un comino los menesteres de los guardianes, pero si algo puedo sacar de probecho esto será algo divertido y puede ser una buena oportunidad para conocer mejor sus motivaciones, tal vez comienze a ser creyente- esa ultima frase fué terminada con un tono burlón y un tanto sarcastico. -si lo que quieres es conovimiento has venido al lugar correcto, una vez que adquieras la sabiduría dominar la fuerza bruta será lo mas facil-

-bien te escucho-

La joven sonrió, sentada en medio del aire con las piernas cruzadas. Le gustaba lo que estaba escuchando, el alquimista dragón le ayudaría. "Ahora estaré un paso más cerca de controlar mis poderes... Y después incrementarlos a otro nivel... ¡Seré la más fuerte de todos los Guardianes!"

-Bien... Me alegra que quiera ayudarme, señor alquimista.- Dijo, ampliando más su sonrisa, a la vez que afilaba la mirada. Detectó movimiento. La tierra se había levantado, y esa extraña mujer estaba ahora sentada sobre una roca.

"De modo que puede manipular la tierra... Ya veo..." Sus sentidos estaban alertas a todo; no sabía qué era lo que podía suceder, ni si estaba bajo amenaza o podía confiar en ellos. Lo único que sabía era que los necesitaba, y no pensaba retroceder ahora... A pesar de que empezaba a sospechar que, más que ayudarla, el dragón quería experimentar con ella. Pero estaba dispuesta a todo, absolutamente todo con tal de incrementar su poder de pelea y que Aüre se sintiera orgulloso de ella. "Pft... Lo que hago por amor..."

-Entre más pronto comencemos, mejor.- Dijo, sin quitarle la vista de encima al dragón.

-ME parece perfecto- En si, la exitacion por dar inicio al experimento no hacia de esperarse. Vamos no todos los dia se presentaba una oportunidad como aquella, en si era de 0.1% entre un billon... Uno de los guardianes del hijo de la luna tocando (mejor dicho tumbando) su puerta y rogndole que experimentase con el... que revelase todos los secretos que continene aquella magia mistica y antigua traida al mundo de los mortales por el dios del sol y la diosa de la luna...

Su mirar se afilo y acomodo el maletin que cargaba con sus cosas, antes de que la chica llegase se habia serciorado de traer lo necesario en el.
Lo abrio, y busco algo hasta encontrarlo, su rostro aparentemente tranquilo y sereno cambio a uno serio... mas en su mirar reflejaba esas ansias de descubrir la fuente de poder que hace moverse a un guardian o mejor aun como estaria compuesto en si la fisonomia de uno.

Tal y como la Gaoth habia previsto, Galen comenzaba a mostrar esa faceta, ese interes en sus investigaciones y experimentos, en los cuales podria durar meses y meses claro que la azabaches se sercioraba d que este comiese y durimera en una que otra ocasion ya que para el Dragon no importaba nada mas que lo que se encontrara haciendo

-Bien, bien. supongo que para lograr lo que quieres primero tendre que hacer un estudio sumamente minusioso- Y volteo a verle, con un bisturie en la mano -No te preocupes creo que no dolera, o al menos en un principio- Lo peor del caso, el draconiano hablaba en serio, pero no con tono de voz sadico ni nada por el estilo, tapoco disfrutaba de ello... sino mas bien, hablaba como un academico como si estuviese dando una conferencia o quiza una clase de diseccion y adivinad quien seria el animalito a disecar en ese momento.

La joven siguió con la mirada al dragón, el cual abrió su maletín y cogió algo de dentro. Al voltearse y ver que en su mano llevaba un bisturí y tomar en cuenta sus palabras, se imaginó el destino que le deparaba. Su reacción fue más que lógica, estando en esa transformación era terriblemente irascible.

-¿¡Pero qué cree que está diciendo!?- Espetó con enojo poniéndose las manos en la cadera. -¡Vine para que diseñe un aparato que pueda contener el poder de mi transformación! No me parece que sea necesario abrirme y verme las tripas para eso.- Reclamó cruzándose de brazos y haciendo chascar su lengua con molestia. "¿Acaso me vio cara de conejilla de indias o qué? ¡Se supone que este tipo es un erudito de la alquimia, un genio! ¿¡Cómo se le ocurre querer abrirme!?"

-¿Y bien? ¿Ya pensó en algo que sea más práctico?- Preguntó tras un breve lapso de silencio. -No es por presionarlo ni nada por el estilo, pero necesito entrenar, ¿sabe? El Hijo de la Luna no se cuida solo.- Comentó sin medir la arrogancia que su transformación provocaba en su personalidad generalmente apacible y tranquila.