Mirando la Luna Llena... -Libre-

Una pequeña silueta se dibujaba en una de las colinas cercanas al Orfelinato. La pequeña miraba con sus ojos cafés a la luna llena. Su rostro no denotaba tristeza ni felicidad, no enseñaba nada más que su cara. Suspiró, en paz.

-Luna... Aunque estás a trescientos ochenta y cuatro millones de metros de mi... te ves tan grande que parece que flotas donde te puedo alcanzar...- Y la niña estiró la mano hacia la luna, y se miró los dedos -Pero eso es imposible... estás lejos... aunque te ves tan cerca...- Y suspiró.

-Luna...- Dijo, tras dejar que el viento corriera por los campos, levantando los aromas de la noche con el, meciéndose libre entre el cabello de Rossy, acariciándola sin ser nadie.

Tras haber dejado atrás su hogar en lo más remoto del infierno, Kirami comenzaba a aburrirse y pensaba que ya era hora de conocer gente nueva; y no matarla apenas habiendo llevado cinco minutos de presentarse. A pesar de que tenía que hacer un gran esfuerzo para contenerse y no comenzar a hacer desastres ni parecer una loca endemoñada frente a otra persona, espantándola.
Era un reto para ella hacer "amigos", por lo cual, a veces le resultaba entretenido.

Luego de caminar por un rato para ver a dónde iría a parar con aquel paseo sin rumbo fijo, la muchacha de rasgos delicados, largas hebras albinas y apariencia humana, se encontró con el orfelinato, silencioso debido a la hora de la noche que era. Pero lejos, divisó el perfil iluminado por la luna de una criatura pequeña y menuda. ¿Una niña, podría ser?
-¿Qué le vas a hacer? -Resonó la voz en su mente, aquel tono frío y burlón que siempre estaba presente. "Airam"... -Hace mucho que no cenamos; cómetela.. Tengo hambre.

Kirami se limitó a negar con la cabeza, y comenzar a caminar lentamente hacia aquella colina mientras dejaba que el viento meciera suavemente su cabellera blanquecina y su vestido simple negro.
-No soy canival... -No eres humana, no sería canivalismo, ¿No? -Cállate, y sólo déjame en paz. No la mataré... supongo.
Qué molesta.. Esa Airam siempre intentando tentar a Kirami para que cometiera más pecados de los habituales. ¿Y qué clase de proposiciones eran esas? ¡¿Comerse a la niña?! Ni de broma, de seguro su carne era dura y asquerosa.. mejor era, en todo caso, descuartizarla y usar sus miembros como decoración para las paredes de su casa. Pero no, esa noche preferia no mancharse de sangre. O al menos, eso planeaba por el momento.

Finalmente llegó donde estaba la pequeña, y mientras se cruzaba de brazos, se sentó a su lado, como si nada.
-Hola, niña. -Susurró confianzuda, mirándola de reojo. Tal vez ese acercamiento había sido tan directo, que seguramente le resultaría extraño a la pequeña y se asustaría. -¿Qué haces?.

Rossy la miró de reojo, con los ojos somnolientos. Bostezó un poquito y le sonrió con melancolía.

-Miro la luna- Dijo - Cuando hay luna llena, salgo a verla desde aquí... -

Y volvió a mirar la luna. El viento seguía corriendo por el pasto, desnudo y libre. Pudo haberse asustado, pero había luna llena. Eso la reconfortaba, más que cualquier dulce melodía.

-Es muy bonita, ¿verdad? Pero está muy lejos... ¿No es extraño que aunque está tan lejos, la sentimos tan cerca?-

La muchacha, prácticamente atónita, se quedó observando a aquella niñita, que ni siquiera parecía haberse inmutado con su llegada. Es más, estaba demasiado tranquila para el gusto de Kirami.
Viró también la cabeza para enfocar sus orbes rojizas sobre la distante luna, que resplandecía más que todas las noches; a la vez que sentía como la brisa gélida acariciaba con gentileza los cuerpos de ambas señoritas.
-Así es... Demasiado lejos. -Susurró, casi con melancolía, aunque así era su tono habitual. Siempre tan calma y fría, que parecía dolida. -¿Cerca?...Pues, yo no la siento así. Está tan distante que hay que olvidar el deseo de estar con ella.
Agregó con amargura, como siempre hacía: Arruinar el momento.

La pequeña suspiró, sus ojos cafés miraban a la luna como a un amante.

-Y sin embargo, la Luna es la única que no me deja sola...-

Rossy miró de nuevo a la chica. Su cabello, su rostro fino y sus ojos... se le hacían tan hermosos, que pensaba estar en otro sueño más.

-¿Eres un Angel?- Preguntó suavemente. Su mirada inocente estaba fija en la cara de la mujer.

La pregunta hizo que la albina despegara sus ojos de la hermosa luna, para ladear la cabeza y observar a la castaña con aquella mirada tan penetrante, tan fría, y tan inmensamente solitaria... Los plateados rayos de la luna empalidecían aún más su piel y el brillo de sus largas hebras blanquecinas, que caían libremente por sobre sus hombros y espalda sobre el vestido negro de suave seda.
-No. -Le respondió, con una simpleza y frialdad admirables, mirándola seria. -No soy una de esas porquerias.

Una sonrisa apenas visible se dibujó en su delicado rostro, cambiando su expresión a una un poco más amable.
-Soy humana, como tú.
Dijo en tono tenue y sereno. No le vendría mal esconderse un rato más tras aquella experiencia casi humana. Porque, de seguro, si le decía a aquella pequeña su verdadera identidad, ésta huiría.

La niña sonrió. Entre tantas cosas que pudo hacer, sentirse ofendida, asustada, triste... Pero sonrió.

-No te creo... - Y suspiró.

La luna seguía mirándolas desde arriba, tapándolas con su luz invisible.

-No eres humana... Eres demasiado hermosa para ser humana...- Y se sentó sobre el cesped, mirándola desde abajo. Era mucho más pequeña acostada, pero seguía siendo pequeña.

-¿Eres un Demonio?- La pequeña estaba embelezada con esa mujer.

Arqueó una ceja mientras ponía una mueca de sorpresa y disgusto al oírla decir aquello. Le sorprendía que la niña no fuera tan tonta como para creerse su mentira; a pesar de ser una humana, uno de esos seres ingenuos que a veces podían llegar a ser aún más caóticos que los humanos, siendo tan estúpidos que constantemente provocaban su propio fin.
-Hermosa.. -Repitió, en voz baja, cuando escuchó a la niñita acusarla de ser lo que era; una demonio.

-¿Y qué si lo soy? -Refunfuñó, para luego suspirar con desgano. Ya le habían arruinado el plan de hacerse pasar por otra. ¿Tan evidente era?- Corre, o me comeré tu cerebro.. -Comentó a modo de broma, aunque sin esbozar ni una pequeña sonrisa.- Ah no, espera... Esos eran los zombies.

Rossy se rió despacio, y la miró con una sonrisa.

-Eres muy graciosa...- Y lentamente cerró los ojos - Me siento contenta de que me va a devorar un demonio con sentido del humor.-

La pequeña huérfana miró a la luna otra vez. Sonreía, parecía feliz.

-¿Dolerá mucho?- Preguntó despacio, cerrando los ojos.

"La luna está a trescientos ochenta y cuatro millones de kilómetros de nosotros... " Pensaba "A trescientos ochenta y cuatro millones... trescientos ochenta y cuatro... " Y el viento meció las copas de los árboles, meció sus cabellos. Suspiró profundamente, y esperó.

"Graciosa", repitió en su mente, casi melancólica. ¿Ella, graciosa? Le habían dicho amargada, agua fiestas, pero... ¿Graciosa?.
-Ah, no te creas.. Yo no como humanos. -Comentó, negando suavemente con la cabeza. Hacía sus vidas miserables o los mataba, pero no los engullía asi como así.
-Pero sí, supongo que debe de doler bastante. Aunque depende de la forma en que te maten para comerte, o si te devoran estando viva.
Le dijo en un tono algo sádico, con una sonrisita cínica. No podía negar que se divertía pensando en aquello.

Volvió a mirar la luna, abrazándose las rodillas y apollando el mentón sobre éstas, con la mirada alta para observar el gran y luminoso satélite.
-¿Acaso quieres llegar a ella?... La miras mucho.

-Si pudiera llegar a la luna, moriría... - Y bajó la cabeza - No hay aire en el espacio exterior, me ahogaría.-

La pequeña abrió de nuevo los ojos, y miró a la luna.

-Sería una bonita forma de morir...- Dijo con melancolía.

-Ah, que negativa. -¿Y ella lo decía?.. Bah, pero igual, le molestaba ver a la gente deprimida si no estaba así por su culpa.
-Una niña como tú no debería ser tan tecnisista.

Alzó una mano para rascarse la mejilla con pereza, sin despegar los ojos de la monumental luna. -Los demonios deberíamos calcinarnos al estar allá abajo, pero mírame, estoy aquí sin ni una quemadura ni nada de eso. Quien sabe, tal vez algún día se pueda llegar hasta allá sin morir en el intento.

-¿Tu crees que eso sea posible?- Preguntó la niña. -¿Crees que sea posible embotellar algo de aire y subir hasta allá sin morir congelado o ahogado?-

Y miraba a la luna. ¿Será cierto?

-¿Cómo te llamas?- La niña miraba con embelezo a la demonio.

-Quien sabe... De seguro en el futuro se podrán hacer muchas cosas más que ahora; tal vez puedan inventar algo para llegar hasta allá. "Si es que no los mato a todos antes".. -Terminó, en su mente.

Tras un suspiro extenso, se acomodó algunos cabellos tras la oreja, cerrando los ojos con el mentón aún apollado entre las rodillas, y rodeándose las piernas con los brazos.
-Kirami Lia... -Musitó, sin muchos ánimos.- ¿Y tú? No es divertido decirte "niña" todo el tiempo.

-Me llamo Rossy. No tengo apellidos porque no tengo papás... - Dijocon sencillez, mirando a la luna. Quizás se acostumbraba a estar sola. -Pero está bien si me llamas niña, despues de todo lo soy...-

-Señorita Kirami... - El silencio había durado demasiado, o demasiado poco. Dijo su nombre, pero no supo que decir después...

-¿Sabía que a la luna le toma veintisiete días con siete horas y 43 minutos dar una vuelta entera al mundo?- Dijo, por fin, con timidez. Fué lo primero que se le ocurrió, empezaba a ponerse tímida de nuevo.

-Rossy.. -Repitió casi inaudible, para memorizarse el nombre. ¿Así que no tenía padres, eh?... Se había deleitado al oirla decir aquello. No lo aparentaba, pero se notaba que la niña sentía tristeza y una soledad que algún día seguro terminaría por consumirla. O al menos eso pasaba con muchos humanos.

-¿Mh? -La escuchó decir su nombre, y tras abrir los ojos se la quedó mirando esperando que hablara. Al estar inclinada sobre sus rodillas, el albino flequillo le tapaba un ojo. -Sí, lo sabía. Lo leí en un libro hace bastante tiempo.
Comentó en voz baja, con calma. -Se ve que sabes mucho, Rossy. ¿También sabes leer? Es raro que un humano no sea analfabeto por aquí.

-Si, se leer y escribir - Dijo con una sonrisita de satisfacción. - Tambien se tejer, me gusta mucho.-

Y luego dió otro suspiro desde el fondo de su melancolía. Miró al rostro de Kirami.

-Pero... Yo no leí en ninguna parte eso... Lo calculé yo sola...- Y bajó un poco la cabeza.

"Ella tampoco me va a creer"...

-Increible. -Murmuró, en verdad sorprendida, mas manteniendo su expresión completamente calma.
-Eres realmente inteligente, pequeña.. -Le dijo con sinceridad, por una vez en su vida, reconociendo la inteligencia de otros y dejando un poco de lado el orgullo. La verdad es que, tras oír eso, ya no se podía creer la más inteligente del mundo.
-Creo que ni siquiera Luci podría haberlo calculado solo.
Susurró, con sus ojos rojizos enfocados en la mirada de la otra muchachita. -¿Cómo lo haz hecho?

"¿Me creyó? ... ¿En serio me creyo?". Su mente se volvió de pronto una colmena de ideas y pensamientos. Era la primera vez que alguién le creía que había contado el tiemp oque se toma la luna en dar una vuelta a la tierra.

-Pues... pues... no fué difícil, la verdad... - Dijo, nerviosísima. Su cara se había puesto roja bajo la luz blanca. - C-como cada mes ... - Su voz temblaba un poco - la luna tiene una forma diferente... Significa que debe estar moviéndose... y pues... como lo hace en un giro... pensé que tambien debe girar, por eso cambia de forma. Y como va girando, y va cambiando de forma, solo fué cosa de contar cuanto tiempo se tardaba en regresar a cierta forma... - Y miro a Kirami, completamente roja de nervios. Titubeó un poco - ¿V-Ve como no es nada difícil?-

Escuchó su explicación con una sonrisita cómplice. Por alguna razón, y a pesar de que no pudiera creérselo ni admitirlo, aquella niña le causaba cierta... ternura. ¡¿Ternura?! ¡Por todos los dioses del inframundo! ¡¿En qué mierda estaba pensando?!
Respiró profundamente en un desesperado intento por calmarse, y volvió a mirar a la niña con un imperceptible tic en el ojo, pero intentando mantenerse serena.
-P-Pues, yo no lo habría podido calcular. -Susurró, suspirando para retomar la compostura. -Como dije, eres muy inteligente. De seguro tienes un gran futuro por delante.

Bueno, debía ser un sueño... O una pesadilla para la demonio, en todo caso. ¿En verdad, estaba reconociendo que un ser humano era más inteligente que ella, y a demás ahora notaba que la chiquilla le resultaba tierna?... Dios... o mejor dicho, Diablos.

La pequeña le sonrió, aliviada.

-Gracias...- Dijo con suavidad y suspiró. - Eres muy buena para ser un demonio... Gracias por ser buena conmigo.-

Y se recostó, mirando a la luna. Estaba contenta de que no la insultaran.

-Eres muy simpática... Me gustas- Dijo con alegría, sin saber lo que eso significaba. Ella solo miraba a la luna, solo era una niña que sabía contar bien.

-Pues... Supongo que está bien tomarse unas "vacaciones" luego de una vida entera de maldad y pecados, ¿No?.
Llegó a sonrojarse un poco cuando la niña mencionó lo último.
...Mierda, ahora también se sonrojaba. ¡¿Acaso se estaba convirtiendo en una buena persona?! ¡Solo por esa noche, nada más! Luego, volvería a ser una bastarda despreciable, como todo demonio tenía que ser.
-Eh, si.. tu también, eres... adorable, supongo. -Suspiró con desgano.

-¿Adorable?- La niña se sonrojó. No estaba acostumbrada a ser llamada asi. Miró a Kirami un largo rato, y el vento jugaba con el cabello de las dos. Suspiró y se quedó mirando a Kirami, reemplazándola por la luna.

-No puedo creer que no seas un Angel...- Dijo en voz muy baja, con los ojos puestos en el rostro de la mujer.

En verdad era difícil ser amable. ¿Cómo podía toda la gente ser buena sin morir o convulcionar de dolor en el intento? Es más, ¿Cómo los ángeles podían ser tan asquerosamente agradables y buenos? Nada como el mal, la lujuria, la avaricia y todos los pecados existentes... ¿Para qué comportarse bien, ser educado y tener tantas limitaciones para ser bueno? Simplemente, no lo comprendía. Y mucho menos podía comprender porqué durante esa sola noche deseaba intentar no ser tan "vil".

-Como dije, es aburrido ser 'mala' todo el tiempo. Pero los ángeles no son tan admirables tampoco, Rossy. Algunos son aún más odiosos que los mismos demonios.

-¿De verdad?- Preguntó Rossy, con incredulidad. Sus grandes ojos cafés miraban a la demonio con ávido interés. -Pero siempre pensé que los Ángeles eran seres buenos que ayudan a las personas... ¿En serio hay ángeles malos?-

Era difícil describir los sentimientos de esa niña en ese momento. El viento iba de un lado a otro, soplando por los campos.