Llegando a la ciudad blanca... -Priv/kalik- +18

"Oh, por los Dioses Sagrados... No es posible, pero...." Intentaba pensar pero la resaca de cuanto había bebido la noche anterior aun persistía. "¡Espera! ¿Un guardían?...Fue él!!" Analizó recordando una hebras platinadas y un par de orejas y cola lupinos. ¿Realmente era él o lo estaba confundiendo? Se sintió algo molesto de que el albino no le dijiese que era dos personas al mismo tiempo, lo del guardian era comprensible, aunque aun estaba algo molesto por hacerse el que no le conocía de buenas a primeras (era comprensible pero en ese momento Kalik estaba algo abrumado). Pero de verdad eran dos personas distintas? o solo cambiaba su apariencia?

Sin pudor alguno se acercó de golpe al nuevo Lycan y cogiendole el pelo lo olió nuevamente, no pudo evitar sonrojarse un poco recordando la noche anterior con Specchio pero lo disimulo. Viendo que incomodaba a Aure, se alejó y se sentó en la cama, cogió una almohada y se la lanzó a la gata que aun dormía.

-A ver... Tu eres Aure y el otro es Specchio... Son el mismo que cambia o dos totalmente distintos? quiero decir... tu no sabes lo que él hace ni él lo que tu haces? No recuerdas nada de anoche por ejemplo?- Preguntó el dragón con una calma forzosa, mientras se cruzaba de brazos la gatita saltó a su regazo y comenzó a ronrronear.

En cuanto a lo de que eran DOS lycan en UN cuerpo no era tan dificil de creer, era cosa de mirarlo a él, era hijo de una humana con un dragón, eso si que era raro, además al vivir con el alquimista que le compró de niño vio tantas cosas raras. Sin contar que con el hecho de que había un niño hijo de una diosa rondando la tierra ya casi cualquier cosa se podía. Con intervención de los dioses, cualquier cosa era posible. Se quedó observando fijamente al bicolor, el que estuviese algo sonrojado lo hacía ver muy bello, pero no era momento de pensar en eso, el azabache tenía derecho a una respuesta.

"No recuerdo lo de anoche, pero creo que me doy una idea", Kalik no pudo evitar sonrojarse con eso, se sentía como si hubiera hecho algo malo, ya que, el que salió más perjudicado debía ser el pobre chico delante de él, nadie le preguntó su opinión y peor, era un completo extraño. Suspiró pesadamente y se levantó de la cama para buscar su camisa mientras el muchacho le hablaba.

Lo bueno era que la herida del Lycan estaba mucho mejor (y su ala totalmente curada, pero no sabía a quién agradecer, asi que prefirió callarselo). Confianza... Ninguno habló mucho de su vida, de hecho el moreno estaba revelando más de lo que debía por lo visto. Encontró su camisa... hecha gilas la noche anterior, con cara de fastidio cogió su abrigo y se lo puso encima de su torso descubierto.

-Tal ves si tenga su confianza... pero no tengo la tuya, eso aun me hace un desconocido, para ti al menos. Y creo que no empezamos bien...-Le informó el azabache mirandole directo a sus ojos totalmente serio, ¡Como le dolía su cabeza! "maldita resaca" pensaba.

Con ambas manos el dragón cogió sus cuernos y ejerciendo presión hacia abajo los quebró de golpe con un sonoro ruido, el dolor pronto pasaría, solo debía ignorarlo. Luego con sus manos chasconeó su cabello para ocultar los pequeños trozos que aun adornaban su cabeza. De su bolsillo sacó una cinta negra y con ella amarró su pelo en una coleta (alta esta vez, parecida a la de un samurai). Tambien cogió su pañoleta y cubrió su ojo derecho antes que Aure le viera mejor. Ya estando listo, se inclinó haciendo una reverencia.

-My lord, mi nombre es Kalik Ezkel Satpher, draconiano. Y si mal no me equivoco, Specchio me dijo que me mostraría la ciudad, y como no está... me preguntaba si no os molestaría. Claro que si os molesta, la puedo recorrer solo.-

No esperó la respuesta, la mujer del posadero volvia a escucharse por los pasillos y Kalik, con una leve sonrisa invitó a Aure a desayunar. Al llegar al comedor, la mujer ya tenía las sopas servidas (y un tazon de leche y otro con pollo trozado para la gatita). No hablaron en el desayuno y apenas Kalik terminó de comer, la mujer le pidió que tocara unas melodias. El azabaches era debil a las peticiones de las mujeres maternales (tal ves porque le recordaban a la madre que tan poco tiempo pudo tener). Entonces cogió su laud y comenzó a canturrear.


Prosiguió cantando alegremente, realmente a ese draconiano le encantaba ser un bardo, pero extrañamente no podía evitar volverse a mirar al joven Lycan. Le llamaba mucho la atención todo la situacion que vivia. Quería saber más de él y de Specchio. Y aun quería su respuesta, aunque no culparía al bicolor si este no le acompañaba.


((Perdón, me alargue mucho, estoy inspirado xD))

A pesar de todo le iba a mostrar la ciudad, un gesto muy calido de parte del Lycan. No pudo evitar sonreir e inclinando levemente su cabeza le agradeció. Le preocupó un poco que el bicolor no quisiese comer, pero no podía obligarle.

La posadera aplaudía feliz, realmente era una mujer muy dulce y en su honor, el draconiano entonó otra canción más. Mientras el azabache daba vueltas por las mesas cantando y tocando, la gatita se levantó lentamente, se acercó a Aure y ronrroneandole se acurrucó a su lado.

Terminadas sus tonadas unos hombres le preguntaron por el albino que lo había arrastrado fuera del bar a lo cual Kalik solo respondió que de seguro había seguido su camino. Sin más, colgó su laud a su espalda y acercandose a Aure preguntó si salían a pasear.

"Mala idea" pensaba el ojiazul, el frío le calaba en los huesos y sin camisa era peor, sin embargo, no quería gastar más dinero, no sabría cuanto necesitaría y la verdad, cuando se es un bardo es más la gente que escucha que la que paga. Inhaló una gran bocanada de aire fresco y llevandose sus garras cerca de la boca exhaló una pequeña llamarada de fuego que las calentó un momento. La ciudad, si bien no era muy grande, era realmente hermosa, la gente se veía amable (pero extrañada de ver a un ser como él allí, más que mal él era un reptil, y de esos no hay muchos en el frío). El Lycan le guiaba por la ciudad como si la hubiera hecho él mismo. Los parques dentro de ella eran muy bellos, en uno de ellos una niña jugaba con la nieve y al perder el equilibrió se afirmó de las alas de Kalik, al principió se sintió intimidada pero el dragón sonriendole le dijó que no había problema, luego habían a lo menos unos siete niños queriendo tocar sus alas. Presumiendo las extendía y las volvía a encoger.

Siguieron andando por las calles. Kalik terminó comprando unas manzanas bañadas en caramelo y un trozo de conejo ahumado que compartió con la gata. De pronto en una calle, vieron a una anciana que vendía unas flores preciosas de unas tonalidades azules y rojas. La mujer al ver a Kalik le comentó que hacía ya muchos años, antes, en las montañas habitaban dragones nivales, que eran unas estupendas creaturas. Cada flor valía tan solo una moneda de cobre, pero el azabache no pudo evitarlo, le dió tres monedas de plata por una sola flor. Se despidió de la anciana y cuando iba a mitad de camino miró a Aure.

-Mira, es como tu. Dos colores totalmente distintos pero extrañamente en armonia, creando entre ambos algo bellisimo. Además es el azul de tus ojos-Y sonriendole le entregó la flor.

La reacción del lobo le divirtió. Ese puchero y ese rubor hacian ver al Lycan adorable, pero obviamente no se lo diría. Perjudicaría más su situación, más que mal apenas y si conocia al muchacho y si lo fastidiaba facilmente lo podía mandar al cuerno y el tendría que quedarse nuevamente solo. Bueno, no solo solo, aun tenía a la pequeña gata pero no es lo mismo. No quería admitirlo pero le gustaba mucho la compañia de Specchio, y si todo iba bien estaba seguro que tal vez podría caerle bien a Aure.

Siguó caminando tras él, sin darse cuenta llevaba una timida sonrisa sobre su rostro. Enrroscó su cola debido al frio y la ocultó bajo su abrigo. Hacía un frio de los mil diablos pero ya se estaba acostumbrando, al menos ya no tiritaba tanto.

Aure lucía sonrojado pero molesto, Kalik prefirió caminar unos pasos detras de él y no molestarle más. En el camino pasaron por fuera de una casa de la cual salía un delicioso olor a estofado de carne y pan recien horneado. El draconiano no pudo evitar sentir nostalgia de su infancia, cuando su madre le cocinaba. Dio un pequeño trote y atisbó por la ventana. Su melancolia se sintió como una punzante lanza en su pecho. La cocinera le servía alegremente a su hijo y a su esposo... una familia feliz... el azabache sabía que alguna vez tuvo una, pero de eso ya solo cenizas... Su mirada cambio de anhelo a ira, a venganza. Algun día la tendría.

Un maullido lo despertó de sus oscuros deseos. Miró a la gata con su expresión semi-alegre de siempre. Continuaron caminando, la ciudad era realmente bella y la nieve le daba un toque precioso. Su madre era originaria de una granja a las afueras de Renais. Pero ella había huido de su casa cuando apenas tenía 14 años. Siempre le describió las blancas tierras de los lobos. ¿Quien lo habría pensado? finalmente la veía con sus propios ojos.

La pregunta de Aure lo descolocó, retumbó en su cabeza de manera molesta, la seriedad apareció en su rostro reemplazando la sonrisa que se dibujaba casi en todo momento en su cara y esos emocionados ojos por la belleza del paisaje se tornaron vacios, incluso dejo de caminar y se detuvo en seco.

-La verdad, solo seguí a Specchio. No sabía hacia donde dirigirme, cualquier sitio daba igual. Yo solo quería encontrar al hijo de la Diosa luna y como no sabía hacia donde se dirigía cualquier sitio para iniciar mi busqueda valía. Aunque en el fondo siempre quise conocer esta ciudad...- La voz de Kalik comenzó a quebrarse en su última frase y un odio apareció en sus ojos, desvió la mirada del lobo y apretó los puños, cerró sus ojos controlando su furia y prosiguió.-Ahora que sé que ustedes cuidan al chico, creo que no podré molestarlo, asi que tendré que seguir con mi plan original... Encontrar a un par de demonios y a un jodido dragón hecho humano para finalmente clamar mi venganza...- El odio dentro de sus entrañas hizo que el draconiano escupiera cada palabra con repulsion, de su cabeza comenzaron a salir nuevamente sus cuernos y de su boca brotaban unas pequeñas lenguas de fuego.

Todo ese odio era para sus presas y aunque se le fuera la vida en ellos los cazaría y mataría. Se mordió su labio inferior y se calmó. El fuego se apagó y sus cuernos dejaron de crecer, su mirada se hizo triste y vaga. Suspiro sombríamente y cubriendose la cara con una mano miró al Lycan.

-Perdón... Mi problema no es contigo ni Specchio. Siempre supe que no podía contar con que el niño de la luna me consediera mi más anhelado deseo, así que creo que me quedo con mi venganza.- Tomó una pausa.-Ya es tarde... debería volver a la posada...- Sus palabras eran desganadas y totalmente depresivas, no quería que nadie le viera así, y menos despues de su arrebato con cuernos y fuego incluido. Hechó a andar en dirección devuelta a la posada, con sus garras nuevamente quebró sus cuernos para disimularlos entre su pelo y de un silbido llamó a la felina que a trotes intentaba seguirle el paso.

El dragón se sentía realmente mal, ¿Cómo fue tan desgraciado de abandonar al lobo luego de que él le molestó tanto para que le mostrara la ciudad? Realmente fue un desgraciado. Pobre chico, ahora de seguro se sentiría mal creyendo que dijo algo que no debía. Por un instante se detuvo, pero reanudó su marcha, ¿Con qué cara volvería para disculparse?

El azabache estaba tan ensimismado que no escuchó la caida de Aure, sin embargo, la gatita si. Enfurecida con el dragón le rasguño el rostro y corrió en dirección al lycan. A Kalik le llamó la atención el extraño comportamiento de la felina. Algo desconcertado paró y se quedó viendo como apesar de que la gata odiaba la nieve, se hundía en ella para avanzar.

Un pensamiento horrible cruzó por su mente. ¡Tal vez le pasó algo al chico! Corrió por las calles... ¿En que momento se puso a nevar tanto? Tropesó un par de veces pero con ayuda de su equilibrio no cayó. Finalmente se asomó por una calle y vió al bicolor caminando. Le miró aliviado en un corto suspiro pero cuando notó que el lobo venía a penas, se preocupó. Siguió corriendo hasta él. Le miró de frente

-¿Estás bien? claro que no, qué estupideces digo!- Dijo preocupado. Cogió el brazo derecho del muchacho pasando el suyo por debajo para poder sostenerle desde la cintura. Con su otra mano agarró la del lycan para así apoyar mejor el peso de este. El apenado dragón alzó una de sus alas cubriendo al herido de la nieve y sonrojado y totalmente abatido, musitó. -¿Qué te pasó?...¿Te caiste? ... Yo... este... Lo siento, a veces actuo como un reverendo idiota, no debí... no debí ponerme así ¿Me podrás perdonar?- Sonrió levemente con una mirada suplicante mientras ayudaba a Aure a caminar. La gata les seguía el paso pero por el lado del chico. Estaba aun enfadada con el draconiano y este lo sabía, mas que mal su mejilla sangraba un poco por el rasguñon propinado con tanta furia. Kalik añoró que el lobo no estuviera enojado con él. Realmente lo deseó con mucha fuerza.

-La verdad es que no, yo aun estoy en deuda con ustedes. Me curaron mi ala y hasta que se cure la herida de tu pecho, estaré en deuda- Por un momento brotó en su mente la imagen de la noche anterior, el pobre chico ahora tenía rasguños por culpa de su salvajismo en la cama y eso solo le hizo sonrojarse y tartamudear levemente.-No...N-no podía dejarte en este frio por estupideces mi-mias... Además, creo que tu herida no ha mejorado mucho, nos vamos ahora mismo a la posada para curarte mejor, y seré YO quien te vende, mientras más te muevas más demorará en sanar. No, nada de eso! no quiero reclamos ni protestas!- Advirtió firmemente antes de que el lobo pudiese siquiera decir palabra alguna.

Para animar un poco el ambiente, el dragón cantó un par de canciones graciosas sobre la eterna disputa entre los amigos y una mujer o el alcohol versus una doncella. Para su suerte hizo sonreir un par de veces al bicolor. Al llegar a la posada, la posadera corrió a encender la salamandra en la habitación de ambos chicos y luego emigró.

Kalik dejó al chico sobre una de las camas y fue a por una toalla, al encontrarla en el armario, se puso una en la cabeza mientras se despojaba del empapado abrigo, lo colgó junto al fuego y con otra toalla en su mano se dirigió hacia el lycan. Se paró junto a él y puso la toalla sobre la cabeza mojada del herido, le secó un poco el pelo con la toalla pero para no incomodar más al joven dejó de hacerlo.

-No quiero parecer un pervertido ni nada pero debes sacarte esas ropas mojadas, ahora. Un resfrio es lo último que necesitas.- Aconsejó el draconiano mientras se secaba el pelo con la toalla y se sacaba los botines quedando solo con sus pantalones puestos.

Caminó hacia su bolso y de allí sacó una venda limpia, cogió el ungüento de la mesita de noche y dejó las cosas junto a Aure. Le sonrió divertido y luego fue a urgar en su bolso por más ropa. La pequeña gata mojada hasta el cuello y de muy mal humor se sentó junto al fuego y cada vez que Kalik pasaba junto a ella, esta intentaba rasguñarle los pies.

El dragon no pudo evitar observar la herida del joven lycan, incluso se extendia por su espalda... ¿Cómo sobrevivió a un golpe de esa magnitud? Desvió sus ojos para no incomodar al lobo.

Una imagen cruzó su mente, un chico de cabello rojo está junto a una fogata y una flecha aparece en la noche. La cabeza le dio un fuerte giro mareandole, tuvo que apoyarse en la pared, unas gotas de sangre emanaron de su nariz, pero simplemente las limpió e intento disimular.

Desde que era pequeño tenía esas imagenes en su mente, primero eran de un dragón rojo golpeado y maltratado y luego eran las imagenes en peligro de un chico humano de cabellos rojos. ¿Quien carajos era? No importaba.

Se volvio hacia el lobo y no evitó recorrerlo con la mirada, no podía negar que el chico le parecía tentador, pero el estaba para ayudarlo no para fastidiarlo, entornó los ojos en un suspiro. Por suerte el bicolor estaba concentrado en su mente, Kalik aprovechó eso y cogiendo un poco de ungüento con su mano derecha (y sin ningun permiso) la untó en la espalda del lobo.

-No te muevas. Si mis calculos de dragon no estan mal, mañana debería ser luna llena... pero creo que se conservará nublado, aunque si lo que necesitas es luz de luna, yo tengo alas y podría facilmente despejar un poco el cielo.- Ofreció el draconiano.

Tomó otro poco de ungüento y lo aplicó sobre la herida en el pecho de Aure. Los lycans eran conocidos por tener su cuerpo con cicatrices y una que otra herida pero esto ya era demaciado, la herida debió haberle matado. Sin más, la curiosidad dentro del azabache estalló.

-¿Qué fue lo que te hizo esto?- Preguntó mientras le vendaba con sumo cuidado. Tambien sentía curiosidad por la melancolia del muchacho pero eso se lo preguntaría despues, pues parecía un tema mucho más delicado.

-Sonará algo burlesco pero debo darle gracias a esa chica, si no fuera por eso no los abría conocido y probablemente estaría medio muerto en el camino debído a la herida de mi ala y a Earian, el cazador que me atacó...- Sonrio dulcemente y evito continuar hablando de aquel infame humano.

El tener su mano en el pecho del lycan le recordó nuevamente lo vivido con el albino, se sonrojó pero de inmediato ocultó parte de su rostro bajo los mechones mojados de su cabello. Medeo un poco su cola y la gata comenzó a jugar con ella por lo cual rió.

-Valla si que tienes broncas seguidas- Dijo Kalik divertido, cogió la venda y lentamente comenzó a vendar al muchacho tratando de causarle la menor molestia posible (en tanto, jugaba con la gata meneando su cola para que esta no atacara la venda)

Cuando hubo terminado de vendar a Aure se dirigió a sus cosas y terminando de desnudarse se cambio su pantalon negro por uno color verde, luego encogió sus alas hasta hacerlas desaparecer de su espalda, tomó una camisa toda remendada y se la puso encima. Lentamente sus alas volvieron a brotar de su espalda pero alcanzaron un tamaño prudente. La gata saltó sobre la cama y se enrroscó al lado del bicolor.

-Que extraño, ella nunca se había mostrado tan amigable con nadie... sin duda tienes un muy buen corazón- Musitó alegremente, al termina de abrochar su camisa se dirigió a la puerta. -Vuelvo enseguida-

Kalik salió por la puerta rápidamente para no perder mucho calor, no le dijo a Aure a qué iba, en unas de esas se negaba. Fue directamente a la cocina y se encontró con la posadera y con una muy calida sonrisa preguntó "¿Queda almuerzo?" La mujer rió y le dijo que lo haría mientras cantara para ella. Ella solo tenía una hija y la muchacha siempre le cantaba, ahora se había casado y vivía en la granja de su marido a las afueras de la ciudad blanca. Luego la posadera reprendió al dragón por andar descalzo y este la miró con melancolia, le recordó a su madre y con una sonrisa triste le respondió que era para adaptarse antes al frio.

La mujer por fin le liberó (aunque le hizo lavar unos platos a cambio de no pagar por la comida) y Kalik se despidió alegremente. Ya se hacía oscuro, en aquel lugar la noche duraba mucho más que en las tierras volcanicas, por ende le encantaba.

El pobre chico a penas si podía cargar los grandes platos de estofado que la dulce posadera le había hecho. En la cola cargaba una botella de leche para la minina y con su boca sostenía un pan. Finalmente llegó al cuarto que compartía con los lycan más bellos que había visto en su vida. Se las ingenió para sostener los platos con una mano mientras abría la puerta para no molestar a Aure.

Al entrar gritó alegremente "¡A COMERD!!!". Obviamente no lo dijo muy bien debido al pan que sostenía con sus dientes. Le entregó uno de los platos al chico y partiendo el pan le ofreció la mitad no mordida, luego se sentó en el suelo y comenzó a comer. La gata se acercó a Kalik ronroneando, lo miró y se alejó en dirección al bolso del draconiano, hurgó en él y sacó un pequeño cuenco de madera, volvió donde su dueño y esperó a que el azabache vaciara la leche.

-Espero te guste porque aun debo lavar los platos del desayuno para compensarlo- Advirtió entre risas.

Kalik le escuchó con los ojos abiertos como platos, dejó el plato en la mesita de noche y relajando su expresión se dejó caer de espaldas sobre la otra cama. Miró el techo un buen rato en silencio. El dolor le comía por dentro... en el fondo todo era muy bueno para ser verdad, entonces jamás podría volver a ver a sus padres o a Brianna. El dragón suspiro profundamente comiendose sus lagrimas para que no brotaran, solo quedaba la venganza, ya no había otro motor en su vida.

Luego de calmarse se irguió para sentarse en la cama, la felina notó su angustia y saltó a su regazo, el azabache la acarició y la dejó en el suelo para que siguiera bebiendo su cena. De pronto miró al bicolor con expresion algo sombría.

-Je, Ya me decía a mi mismo que todo esto era demaciado irreal- Hizo una pausa larga mientras pensaba en lo sincero que había sido Aure al contarle tantas cosas. -Yo... Yo nací en las tierras volcanicas, mi madre era una gitana muy dulce, era juglaresa además de quiromante, su nombre era Rosanna, un día un hombre de platinos cabellos se le acercó para que leyera su fortuna, mi madre rió al ver sus manos. Ella sabía que no era humano sino un dragón pero fingió que no lo había notado y solo le dijo malos augurios. Así se conocieron mis padres, Murtagh el dragón de mercurio y Rosanna la juglaresa. Al poco tiempo nací yo, todo iba bien hasta que unos dragones consideraban un pecado que mi padre amara a una humana, uno de ellos creó a un Gaoth solo para matar a mi padre, no lo logró... Solo recuerdo que mi madre corrió para esconderme, me ocultó en una de las carretas de la carabana, Kramus, el dragón que odiaba a mi padre asaltó la carabana buscandome, pero no me atreví a salir, escuche como el muy desgraciado mataba a lo que yo conocía como familia, el miedo me envolvio y hui. Kramus me alcanzó en un claro pero otro dragón me salvó, era un dragón rojo y joven, se enfrentó con el otro mientras mi madre apareció de entre las sombras del bosque y nos hizo desaparecer del lugar. Kramus asesinó a mi padre frente a todo el puto concilio de viejos dragones...- Mientras Kalik hablaba los cuernos nuevamente comenzaron a aparecer y los ojos del azabache comenzarón a humedecerse de ira. -Luego nos enviaron algunas escamas y huesos de mi padre, como advertencia a todos los dragones a que no se deben mezclar. El muy hijo de puta de Kramus envió a unos demonios a atacarnos, asesinaron a mi madre frente a mis ojos y me vendieron como esclavo a un alquimista. Aquel tipo me compró solo para estudiar cómo era posible que un híbrido como yo existiera. Noo tengo muchos recuerdos del resto de mi vida, el tipo ese experimento tantas atrocidades conmigo que finalmente las reprimí... Ahora que no puedo volver a ver a mis seres queridos supongo que me queda solo vivir para vengarlos- Las últimas palabras apenas y si las dijo en voz alta.

Se llevó las manos a los ojos y se dejó caer hacia atras, luego dejo su mano derecha a un lado y con la otra cubrió su ojo izquierdo, su ojo humano.

-Eres a la única persona que le he contado parte de mi pasado y aun no sé por qué... necesito un trago.- Dijo cerrando sus ojos y pensó "Brianna"

A Kalik aun le rondaban los pensamientos y las palabras del chico. No se lo aceptaría a la cara, no quería que se preocuparan por él pero... No tenía otra razón para seguir, nada que hacer... Solo su venganza. No era para darle paz a sus muertos sino paz a si mismo, el morir no le preocupaba. Recordó cuando se dió fuerzas para asesinar al Alquimista... Durante años buscó a los asesinos de sus padres y a los captores de Brianna. Lo unico que encontró fue que Brianna había sido vendida y que Kramus había sido convertido en humano, en cuanto a los demonios que asesinaron a su madre, ya había matado a uno. Y si que pagó un precio caro por ello. Jamás le diria a nadie la maldicion que se ganó.

Dejó de pensar y suspiró pesadamente, intentó poner mejor cara y se levantó de la cama. Observó al lycan, el lindo chico estaba apenado por decirle la verdad ¿Por qué se preocupaba por él? Solo era un mestizo de dragón que se le pegó en el viaje. Sonrió de lado y miró ahora al chico tiernamente.

-Aure- El bicolor le devolvió la mirada. -Tranquilo, cambia esa cara. Si no fuera por ti aun perdería mi tiempo buscando al pobre chiquillo. Gracias- Sonrió sinceramente y luego se acercó hasta quedar casi sobre el moreno.-Voy a la taberna, no me esperes despierto y no te preocupes por mi. Estoy bien- Se puso sus botas rápidamente y cogió su abrigo llegando ya a la puerta. -¿Puedes cuidar de la gata por mi?-

Se fue pensando en su venganza. Al menos ya sabía que el otro demonio estaba en el desierto de Ahasas, pero de Kramus, nada. ¡Y aun tenía el problema de Earian! El muy maldito no iba a dejar de parseguirle hasta matarle. Tal vez no lo cazaría tanto sino se hubiera robado las draconitas que atesoraba, pero como mitad dragón lo minimo que podía hacer era devolver esas piedras a sus respectivas tumbas.

Giró un par de calles y se perdió. Para él todas las calles eran iguales, TODAS. Vagaba buscando el bar cuando una voz le llamó. Era la anciana de las flores y el joven no pudo evitar el ayudarle con sus cosas y escoltarla a su hogar.

Comenzó a nevar y el azabache cubrió a la mujer con su ala, en el camino la viejecita le contó más sobre los dragones nivales y le reveló que ella era nieta de una dragona nival, su madre había sido una draconiana y para demostrarlo se quitó el collar del cuello y le mostró la hermosa escama que pendía en él. Era de tonos celestes y nacarada. Finalmente llegaron a su casa y la anciana le explicó feliz de la vida como llegar a la taberna.

Asi pues, el draconiano siguió vagando hasta encontrar la taberna, entró de buena gana sin notar que alguien le observaba desde la otra calle. Al entrar recivió un "-¿Que te ha pasado chico? ¿Te pusieron los cuernos?-" Ni siquiera el aludido Kalik pudo evitar reir.

La noche comenzó a irse entre tomar y festejar. Bebidas venian y bebidas iban. Tanto bebió que comenzó a cantar y a bailar con una mujer del lugar, luego festejó junto a un tipo que se casaba al otro día y finalmente (y debido al alcohol) besó apasionadamente a la mujer, sin embargo, al marido de esta no le gustó lo sucedido y se levantó de su mesa a limpiar el honor de su amada.
El joven se defendió y asi fue como inició una pelea de bar.

Al rato los botellazos cesaron y de la taberna salió Kalik apoyado en el marido ofendido, ambos golpeados y muertos de la risa. El hombre tenía rasguños y un ojo morado y el azabache estaba todo magullado con moretones en las costillas y el estomago, un cuerno de menos y su labio inferior roto debido a un puñetazo. Ambos hombres se despidieron alegremente y cada uno se fue por su lado (el hombre con su mujer obviamente).

El dragon se fue por las calles tarareando una melodia y agitando una botella (de vez en cuando tomaba nuevamente de ella) sin notar como le seguian. Dobló un par de cuadras y arrancandose un cuerno se lo lanzó a quien le seguía pero apara su sorpresa ni había nadie, extrañado siguió su camino.

Entró en la posada silenciosamente y al llegar a la habitación procuró hacer el menor ruido posible, ¿Qué horas eran? ¿las 3? ¿las 4? Se detuvó al ver a Aure durmiendo, lucía tan bello. Se acercó imprudentemente y le beso en los labios delicadamente para no despertarlo. Se levantó de golpe al disernir que había hecho. Retrocedió hasta la otra cama y se dejó caer sobre ella (con ropa y botella incluidos) durmiendose en el acto

Lentamente el draconiano abrió sus ojos. Por suerte había poca luz, sino habría sido horrible despertar. La resaca se le vino encima sin piedad. Lo último que recordaba era la pelea del bar, luego una que otra imagen pero nada coherente (Tampoco recordaba el beso hacia Aure).

Las imagenes difuminadas comenzaron a ponerse más y más nítidas, frente a él estaba el bicolor intentando despertarle. ¿Cómo se arropó estando tan ebrio? ¿Fue Aure? Se incorporó rápidamente causandose a si mismo un mareo horrible y la sensación de que su cabeza iba a estallar. Se dejó caer nuevamente sobre la cama y se llevó ambas manos a la cabeza.

-Hola, Aure...-Dijo con la voz algo adolorida y sintiendose pesimo por ser visto en esas condiciones. -Disculpa mi estado, no recuerdo cuanto bebí y por lo visto nadie me detuvo... Aggrr-Gruño y se giró en la cama por el dolor de cabeza.

Lo bueno era que ya no estaba triste ni deprimido, pues, con aquel dolor de cabeza era imposible pensar demaciado como para seguir dandole vueltas al asunto. Kalik, sintió un ardor en su pecho e ignorando la presencia del lobo se subió la camisa notanto aun los moretones del la noche anterior. ¿Con qué carajos le golpearon en la taberna? Su piel era más dura que la humana y aun así estaba amoratado. Solo puso cara de fastidio mientras se tocaba su labio roto. ¿Le habrán golpeado con la mesa? no lo recordaba.

Miró a Aure, quizá qué pensaba ahora el chico sobre él. Nuevamente se sentó sobre la cama. La gata se le acercó ronrroneando y el dragón la tomó en brazos y empezó a acariciarla.

-Bien... ¿Qué haremos hoy? Digo, hay que pasar el tiempo de alguna forma hasta que sea de noche y salga la luna ¿No?- El azabache sabía que el lycan necesitaba de su luz y por ende él cumpliría su promesa, despejar el cielo.