The Star -Aure, libre-

La pequeña estaba tarareando suavemente una canción. Se sentó en la entrada del Orfelinato, con un montón de tela blanca, y con paciencia y esmero, tejía un largo vestido.

-Estrella fugaz, no mires atrás... Brilla esperanzas, en mi cielo inmortal...- Cantaba la niña con suavidad. Suspiró y miró al cielo. En su memoria seguían frescos los eventos de una semana atrás, cuando se transformó en aquel ser de enorme poder... Su vestido morado, la única ropa que tenía, había quedado reducida a jirones de tela por el enorme combate que llevó a cabo. Solo había una cosa que no lograba recordar. Una de sus piernas tenía largas estrías, que en ningún momento se había hecho mientras luchaba con Aure. ¿Acaso perdió el control de nuevo?

-Va quedando bien- Dijo con una sonrisa, mirando su vestido blanco e impecable. Se estaba esmerando mucho en hacerlo, que quedara bonito y presentable. Si iba a ser una Guardiana, debía vestirse bien. Escuchó pasos detrás de ella, y volvió la mirada, esperando que no fuera otro niño que quisiera molestarla.

ah como olvidar lo de hacia una semana? aun le dolia algo el estomago pero ya no era tanto como en medio de la pelea, sino mas bien un dolor tolerable, como si hubiese estado haciendo ejercisio.
Se habia colado sin ser visto en el orfelinato, si bien tenia permiso de permanecer ahi, pero era cauteloso, no keria encontrarse con la paladina y darle un sin fin de explicaciones.

En primera, porke era muy malo mintiendo, en segunda porke sabia bien ke los paladines podian saber bien cuando alguien mentia, en definitiva: lo mejor era eludirle. Llego hasta la habitacion donde se encontraba la menor, al entrar se recargo en la pared cerca de la puerta. -Te veo muy entretenida- Hablo, con pura curiosidad, mas ke verle "entretenida" le veia feliz, eso era bueno... al menos habia cambiado un poco el caracter de la niña.

-¡Ah!¡Señor Aure!- Exclamó sorprendida. No lo había notado acercarse, y al voltear no se sintió capaz de mirarle al rostro. En su mente estaba grabado el grito de dolor que salió de su boca cuando le pegó aquel ataque de lleno en el abdomen. Puso la tela en su regazo y habló con timidez.

-¿C...como se encuentra?- Dijo mirando al suelo, moviendo nerviosa su pie haciendo lunitas con la punta. En esa ocasión se sintió satisfecha de haberlo derrotado... Pero ahora se sentía muy culpable de haberlo herido, aunque ella misma quedó en peor estado que su maestro.

Suspiro pesadamente, si bien habia visto a la menor feliz de momento, ahora parecia todo lo contrario. Seria por al golpiza ke ella le habia arrimado? tal vez.. ah remordimientos... -Yo bien, trankila- Dijo tratando de calmarle la verdad es ke tambien se sentia mediio apenado por lo ke le habia echo en los brazos... pero eran gajez del oficio ke no?.

-pero venga, porke esa cara? ke no estabas contenta hace unos instantes?- Y miro de reojo lo ke la menor estaba haciendo... Se rasco algo la mejilla ladeando la vista. -em.. pero si interrumpo puedo retirarme, no hay problema.- La verdad es ke ni hayaba deke hablar o no encontraba un "buen" tema de conversacion, al menos segun el.

-¿Eh? Oh, no, no, no se preocupe- Dijo nerviosa, abrazando sin darse cuenta su nuevo vestido. Pensó por un momento mostrarle lo que había hecho, y como iba quedando, pero a la vez le entraba mucha timidez; era la primera vez que cosía algo más allá de su viejo vestido morado o uno que otro peluche que se encontraba.

-No, lo que pasa es que yo, bueno... yo... estaba cosiendo algo, y... no se, me sorprendí de... de verlo aquí- Tartamudeó, mientras su pie hacía nerviosas lunitas en el piso. -¿La señorita Cassandra le dió permiso de venir a verme? Si... si lo encuentra aquí sin permiso, se enfadará y no quiero que lo regañe...-

La pequeña miró al suelo y suspiró. Su maestro tenía razón; sería muy difícil explicarle a su tutora que ella era una de los Guardianes del legendario Hijo de la Luna. Además eso frustraría su sorpresa.

-Creo que tiene razón... umm... señor Aure...-

Tras decir eso, volteó a verlo con una mirada de honda preocupación en sus ojitos cafés y redondos.

-¿No lo lastimé mucho? ¿Le dolió muy feo cuando le pegué?- Rossy no podía ignorarlo, le dolía el hecho de que lo había herido, aunque ignoraba por completo lo que pasó despues de quedar en ese estado de inconsciencia, momentos antes de perder el control. Sus manitas apretaron ligeramente el vestido en su regazo, esperando una respuesta positiva.

-¿En serio? Es que... no se... sentí feo cuando lo golpeé... nunca había oído un grito así, me asusté mucho... ... -Estuvo, por un momento, de decirle que se había sentido orgullosa de haberlo logrado; pero la sola idea de que se sintiera feliz por haber lastimado a Aure la hacía temblar. Sin embargo, esa palmada la reconfortó mucho.

-Ummm... yo he... he... he estado cosiendo un vestido nuevo... como mi vestido viejo se rompió... - Tartamudeaba con timidez -Pero... este es especial, porque... porque... - Su pie se movía cada vez más rápido con nerviosismo.

La niña se ruborizó, y sin decir nada se puso de pie y le mostró el largo vestido blanco. Aún faltaba coser una de las dos mangas, las cuales llegaban hasta las muñecas, y el largo des vestido la cubría hasta casi sus tobillitos.

-A-aún no está completo... tendrá un cintillo rojo para poder ajustarlo y que no se vuele cuando pelee... y hay unos brazaletes que vi que me gustaron pero no me alcanzó... ¡pero ahorraré! Porque... - Y bajó la cabeza, tratando de tomar valor para decirlo -Porque... este será mi vestido de ... de guardiana solar...-

En todos los libros de caballeros que ella había leído, el héroe, aunque era pobre, siempre vestía algo galante y distintivo. Ella no quería ser la excepción.

La niña alzó la mirada, sonriéndole a Aure. A ratos pensaba que estaba exagerando con su idea de su vestido; tampoco quería andar a todos lados solamente con su malla blanca que usaba bajo su viejo vestido morado, fue bastante vergonzoso para ella ir a comprar así las telas, además que la malla tambien había sufrido varios daños. Pero hacer un vestido distinguido y elegante para su nuevo destino como guardiana a veces la abrumaba.

-G-gracias- Dijo, con un leve rubor en las mejillas, mirando la sonrisa de su maestro. Su pie empezó a hacer lunitas nerviosa, respiró profundo y habló de nuevo.

-Señor Aure... ¿C-cuando termine mi vestido, nos iremos?- Las imágenes de su pelea seguían todavía en la mente de la pequeña, quién apenas conocía la verdadera naturaleza de todo su poder...

La niña se quedó en silencio y bajó la cabeza. Aure tenía razón, no podían irse así de la nada. Sin embargo, seguía demasiado nerviosa por la cantidad de fuerza que poseía. En su mente estaba parte de un recuerdo en el cual ella apuntaba al orfelinato, diciendo que la energía en su mano sería suficiente para matarlos a todos.

-...M-me transformaré frente a ella... y le diré la verdad- Dijo con un suspiro. Entrenar cerca del orfelinato les sería imposible; ella era demasiado estruendosa cuando liberaba sus poderes.

-Será mejor así a... a arriesgar a la señorita Cassandra...-

Rossy se quedó en silencio un momento y miró al suelo. Desde que tenía memoria, cada vez que se había transformado, había perdido el control. Pero si se iba a la segura, perdería por siempre la oportunidad de realizar sus sueños. Tendría que ser muy valiente y arriesgarlo todo una vez más...

-N-no lo se... no estoy segura si... si pueda hacerlo...- Dijo de forma nerviosa y entrecortada, mirando su vestido blanco.- Pero... si pierdo el control, la señorita Cassandra de seguro me correrá de aquí, por ser un peligro para los demás niños... -

Las lágrimas le aguijonearon los ojos, comenzó a hipar y sollozar, tratando de controlarse y seguir firme en su convicción de transformarse frente a Cassandra. Tenía que ser valiente ...

-Será... si me corre... si me echa... será lo mejor... será lo mejor para todos...- Decía entre sollocitos.

-¿U-usted lo cree, señor Aure?- Lo miró todavía hipando y con los ojos llenos de lágrimas. Suspiró y razonó lo que el licántropo le acababa de decir; ella confiaba en Aure, y sobre todo, en Cassandra, la paladina que la había acogido desde que ella tenía memoria. Suspiró y miró a su vestido, con un sentimiento muy grande de confusión brotando bajo su piel.

-Supongo.... Supongo que tiene razón...- Dijo, limpiándose las lágrimas y tratando de no hipar más. -Puedo confiar en usted para... Para detenerme en caso de que... De que me salga de c-control...- Sin embargo, no podía dejar de hablar con nerviosismo. Acarició su vestido mientras retomaba su tarea de surcirlo. Ahora no sabía si sentía ganas de terminarlo o de no terminarlo. Tan pronto lo acabase, y apenas se lo pusiera encima, lo primero sería ver a Cassandra... Y ese sería el primer paso de su viaje. No quería desprenderse de la paladina, pero no quería seguir siendo la niña gorda y despreciada del orfelinato... No quería ser nadie, más que ella misma, amada por todos y luchando contra las fuerzas del mal, como los caballeros de sus libros. Se pinchó un dedo y el dolorcito fue suficiente para hacerla llorar otra vez. "Esto es absurdo..." pensó, "¿Por qué soy tan fuerte, y a la vez tan débil?". Se chupó suavemente la herida y siguió tejiendo, bajo la mirada de su maestro.

La niña lo miró con una ligera sonrisa, sus mejillas llenitas se sonrojaban un poco al escuchar esas palabras.

-T...Trataré- Dijo, aún nerviosa, pero visiblemente contenta. Bajo la vista a su trabajo, surciendo y cosiendo el largo vestido blanco. "Faltan los brazaletes" pensó, "pero ya los tendré luego... Entonces estará completo.". La pequeña de ojos castaños se puso de pie, con el vestido casi terminado en las manos.

-Señor Aure... I-iré a probarme mi vestido... ¿Me puede esperar un momento?- Se sonrojó mucho y añadió-E-es indecoroso que un hombre esté en la habitación de una chica cuando ella se viste... - Enrojeció aún más pensando que estuvo de más decir eso. Apegó el vestido a su pecho y empezó a hacer lunitas con el pie, sumamente nerviosa.

-N-no, yo no quise decir que usted fuera a... Digo, que yo lo... ¡Ou! - Tratando de explicar la situación se mordió la lengua; la punzadita de dolor le sacó lágrimas otra vez, las cuales se limpió con la muñeca.

-No... No me tardo, señor Aure...- Articuló por fin mientras se adentraba al Orfelinato, rumbo a su habitación.

Al entrar a su habitación, pequeña, con una cama modesta e individual, una ventana y dos de los cuatro muros repletos de diagramas, dibujos de constelaciones, y largos papiros repletos de toda clase de algoritmos y principios de alquimia, trigonometría y ciencias variadas, todas las cuales implicaban números, signos, paréntesis, puntos, divisiones, etc.

-B-bien... - La pequeña se cercioró de que la puerta estuviera cerrada con seguro y se quitó la ropa, quedándose sólo en sus calzoncitos de tela blanca. De la parte baja de su espalda nacía una cola, similar en todo aspecto a la de un mono. La movió de lado a lado y respiró profundamente con mucho alivio; era sumamente incómodo llevarla oculta de esa forma bajo su ropa. Despues, se miró a un espejo y se sonrojó, desviando la mirada a una esquina. "Este es mi cuerpo... La señorita Cassandra dice que es bonito y que no debe avergonzarme, pero... Para ella es tan fácil, como es tan bonita y popular con los chicos... Es tan fácil decirme que no me avergüence...". Se giró y cogió su vestido, y antes de ponérselo se miró al espejo una vez más. "Quizás cuando crezca... ".

Se puso el vestido, el cual le quedaba ligero y cómodo, aunque demasiado flojo. Ahí era donde entraba el cintillo, el cual ató a su cintura, y se calzó sus botitas cafés. Se miró de nuevo al espejo. "El cintillo me hace ver más delgada...", pensó y se rió un poco antes de salir de su habitación para volver a donde se encontraba su maestro.