Bajo el manto lunar (libre)

Lumen había vivido muchas experiencias extrañas en su vida, a fin de cuentas vivía en un mundo que después de todo era mágico por donde se le viera. Pese a todo, siempre quedaba embelesado cuando se subía a lo alto de un árbol y contemplaba la luna llena. Entendía que ciertas razas hasta sufrieran cambios físicos por contemplar a aquella dama plateada, él mismo se sentía bañado por su luz y quería creer que algo en su cuerpo se regocijaba ante la caricia lunar.

Sentado en una de las ramas más altas del árbol, el joven elfo contemplaba todo con fascinación. Le gustaba la noche, no sentía miedo a ella, su familia le había enseñado que temer a la oscuridad era simplemente una tontería. La oscuridad podía revelar muchas cosas si se le era permitido, así que Lumen adaptaba la vista a la noche, además la luz de la luna ayudaba mucho a ello.

Se recargó en el tronco y suspiró. El viento le mecía los cabellos plateados y las ropas, era una fina caricia fresca que le encantaba. Debería regresar a casa de una vez, pero estaba tan cómodo allí que era difícil despedirse de la luna.

Escuchó sin embargo los fuertes pasos de alguien. Se giró en el tronco y se escondió de la luz entre las ramas. No podía ver de quién o qué se trataba, pero quizás esa era la señal para empezar a regresar a casa. Así que comenzó a descender en lo que creía sería el lado por donde quien quiera que caminara a esas altas horas no le viera, pisó la tierra y comenzó a alejarse lo más silenciosamente posible.

Lumen se pegó al árbol más cercano y observó en silencio los refulgentes ojos de aquella criatura. Hasta la más ínfima fibra de su ser se erizó en presencia de aquella criatura... algo en ese hombre se sentía amenazante para su seguridad y no era sólo el que le estuviera casi perforando con aquella mirada rojiza.

Frunció el ceño y le analizó con cuidado. No le gustaba que se le interrogara de la mismísima nada, mucho menos como si el otro se creyera el dueño y señor de aquel bosque.

-No te debo explicaciones, demonio-le respondió entonces mirándole desafiante aunque precavido, no era su intención provocar una pelea-. Soy libre de andar por estas tierras al igual que tú, por tanto, a menos que tengas un buen motivo no tengo por qué rendir explicaciones a una criatura que deliberadamente se me presenta con esa actitud. ¿Quién eres tú que te crees en posición de interrogarme?

Le miró con cuidado, por si acaso llevando la mano hacia atrás donde colgaba la vaina de su daga de medio largo, sólo en caso de que el demonio no se sintiera contento con su respuesta, lo cual era muy probable.

-Soy Lumen-le contestó finalmente-. Vivo en éste bosque.