Sin inspiracion [libre]

-¡AHHH! ¡Esto no puede ser!¡- grito a todo pulmón el bardo, si bien no se había alejado tanto de sus queridas montañas nevadas, pero si de su aldea. El grito meramente había sido porque no lograba completar una de sus tantas melodías… bueno la melodía estaba hecha.

Lo que no podía encontrar era como continuar la letra de su canción y ¿como hacerlo? si ni siquiera había sentido el desamor –va, de nuevo- Su halcón reposaba en una de las largas ramas de un árbol, justo a las orillas de aquel lago congelado. Precisamente había escogido el lugar para ver si le venia la inspiración y terminar aquella dichosa canción que se negaba a ser terminada.

Pude ver mi vida
El paso de imágenes frente mis ojos
Intenté ver más allá de ella

Como siempre simplemente probado
La dulzura en sus ojos

Fui por un millón de millas
Cómo pude darle la espalda a ella

La cosa más dulce en la vida

Estaba furioso, soñador de día,
El tiempo de espera cuando estaba vivo

El sol de San Sebastián

Dieciocho años joven hoy
Ella es todo lo que yo soñé en la vida,

Pero ahora mi cielo se torna gris
Fue bueno, conseguí conocerla bien,
Porque me hizo ver
Que el sol de San Sebastián…

-¡AKK! ¡No, no! ¡Esto esta mal!- y asi, sin mas, comenzó a darse de topes en la corteza del árbol donde su halcón se encontraba. Algo tenia que ocurrírsele pronto, no le gustaba estar en esa clase de situación

Un grito que parecía cargar frustración llegó hasta los oídos de la dragona. Había, a través de los siglos, escuchado gritos similares y de muchas otras índoles millares de veces y millares de veces había mirado hacia abajo para ver de qué se trataba aquella vez. Esta vez, las cosas no eran tan simples pero si lo había escuchado significaba que no estaba muy lejos.

Voló por sobre un bello lago de cristal, ahí, no muy lejos había una figura humana. Desconfiando, desde aquél terrible día, de cualquier creatura terrestre, la dragona concentró sus fuerzas en su cuerpo. Un dragón era una presa sumamente atrayente para los actuales cazadores, pero una joven no debía serlo, al menos no necesariamente.

Sus huesos tronaron uno a uno según cambiaban su tamaño. Sólo las alas permanecían en su lugar, agitándose para evitar una caída. Entonces, más tranquila y con el cabello platinado moviendose al ritmo del viento, la joven descendió entre los árboles, prefiriendo mirar unos momentos antes de decidirse a intervenir...

Continuaba con ese movimiento: Dándose leves topes en la dura corteza del árbol, según el con eso se le ocurriría algo para terminar dicha melodía. La letra ya la tenia le había estado revoloteando como un ave encerrada en la mente.
Tanta era su maldita distracción que no se percato del dragón que sobrevolaba los cielos. Aunque para eso hubiese bastado con alzar la vista y ya esta.

Más no fue asi. Suspiró pesadamente dejando de darse topes, comenzaba a dolerle la cabeza y tenia al frente algo raspada.
Agarró algo de aire y de manera armónica y con voz agradable comenzó a cantar para si mismo, aún sin percatarse de la presencia de la femina.

Mirá que he hecho mi san Sebastian

Gaste todos mis sueños de la infancia

Por mirar fijamente al sol
Regreso en el tiempo con un sueño mío
Intentando encontrar mí camino de vuelta a la vida

Fiebre ardiente, sollozarte de noche
Esperando el tiempo de volver a vivir

Sol De san sebastian

Oh ¿porque no puede quedarme?
Ella es todo lo que yo soñé en la vida…

Continuaba observando en silencio, intentando comprender que sucedía en aquél lago tan bello. Intentando, vanamente, comprender las intenciones de aquél chico que curiosamente se golpaba el rostro contra el tronco de un árbol antes de comenzar a cantar. Aún observando, se acercó más al joven, inclinando la cabeza hacia su lado derecho, como si mirando desde otro ángulo la escena las cosas tendrían más sentido.

- Quizá si dejaras de golpearte la cabeza podría pensar con mayor claridad- observó en un murmullo, más bien hablando consigo misma, aclarando sus propias ideas. O quizá cómo lo habría hecho si desde el cosmos hubiese visto a aquél chico haciendo aquello, un consejo más de una estrella que probablemente jamás sería escuchado - Me pregunto si sabrá que también puede cantar sin necesidad de dañarse a si mismo..-

Se sentó sobre una roca entre el mismo bosquecillo que le servía de pobre camuflaje. Por alguna razón, había olvidado completamente que no se encontraba en los cielos, a salvo, mirando lo que sucedía en la Tierra.

- Ya te dije aunque te niegues a escuchar- suspiró la joven, con algo más de fuerza. No existe nada más frustrante que tener que repetir las cosas varias veces y sentirse ignorado - Si dejas de golpearte la cabeza quizá encuentres mejores ideas... aunque en si la cosa no iba del todo mal-

La joven no se había movido de su lugar. Igualmente se creía en los cielos, mirando todo como una espectadora más entre las estrellas. No le había parecido curioso que le dirigiera la palabra de aquella manera, después de todo muchos lo hacían siempre sin importar la respuesta. Su cabeza seguía ligeramente inclinada, mirando las alas del chico, su postura y en general el resto de su lenguaje corporal. Quizá incluso podría ser un chico bueno e inocente... uno que no buscara derramar más sangre.

Harta de ser ignorada, la estrella se puso de pie y salió de su triste escondite. Nuevamente olvidando que no debía simplemente mostrarse asi como así, incluso con la forma humana que podía tomar.

- Toma un descanso antes de seguir intentando que te vas a cerrar de mente y nada bueno va resultar de aquello- dijo cruzandose de brazos, recargando todo su peso sobre una pierna para añadir confort a su postura, aunque a decir verdad poco habría importado realmente.

Miró al ave que esperaba sobre una rama de reojo, nada más tomando toda la belleza del lugar en cuenta, y también las posibles rutas de escape en caso de que fueran necesarias.

Fue ahi que le cayó al cien por ciento que no se encontraba a salvo en los cielos, simplemente observando. Escuchar la voz tan clara que se disculpaba con ella, aparentemente sin razón alguna, fue el truco que rompió el equilibrio de su ensueño. La reacción inmediata fue simple.

- Perdone usted- fue la respuesta, al tiempo que sus alas platinadas, aun presentes en su espalda se extendían de par en par para comenzar un aleteo que la llevaría a los cielos, navegando el aire mismo.

Claro, cualquiera que pudiese entender los significados de los tonos vocales en las creaturas capaces de pronunciar palabras y sonidos entendibles habría notado rápidamente la vergüenza que manchaba su tono de voz. La vergüenza y quizá incluso algo de miedo, sentimientos que la obligaban a tomar vuelo de aquella manera tan inesperada y maleducada

Sonrojada totalmente se mantubo en el aire, aleteando solo lo suficiente para no tocar suelo de nuevo... había hablado más de la cuenta y se había hecho notar ofendiendo el arte del chico.

- Yo.. perdon.. ehm.. debí haberme anunciado antes..- una de sus manos se dirigió a sus cabellos platinados, acariciandolos y jugandolos nerviosamente tan sólo para no ser maleducada... la intensión seguía siendo salir volando de ese lugar por la misma vergüenza que la tenía tan roja en esos momentos - Ehm... no se que más decirle... disculpe -

Un par de segundos dudo sobre si debía o no presentarse. Pero pensando las cosas fríamente, cuántos conocían su nombre en aquella Tierra? Y de los que supieran sus nombres, que porcentaje los conocía todos?

Miró entonces el lugar que le ofrecían, que apenas podría haberse llamado un asiento pero el gesto le había causado algo de gracia y agradado. Acomodándose cuidadosamente, la joven se dejó caer grácilmente a un lado del chico, ofreciendo una pequeña sonrisa. Sus mejillas aún seguían sonrojadas.

- Skysong- respondió finalmente levantando unos momentos sus orbes al cielo sobre ellos - Y el placer es mio-